El Símbolo Quicumque es una profesión de fe que también se ha denominado Símbolo Atanasiano por haber sido atribuido durante toda la Edad Media al obispo de Alejandría san Atanasio. A pesar de no haber sido redactado por ningún concilio ecuménico, «de hecho, este símbolo alcanzó tanta autoridad en la Iglesia, tanto occidental como oriental, que entró en el uso litúrgico y ha de tenerse por verdadera definición de fe» . Recibe el nombre de Quicumque por la palabra con la que comienza.

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  • El Símbolo Quicumque es una profesión de fe que también se ha denominado Símbolo Atanasiano por haber sido atribuido durante toda la Edad Media al obispo de Alejandría san Atanasio. A pesar de no haber sido redactado por ningún concilio ecuménico, «de hecho, este símbolo alcanzó tanta autoridad en la Iglesia, tanto occidental como oriental, que entró en el uso litúrgico y ha de tenerse por verdadera definición de fe» . Recibe el nombre de Quicumque por la palabra con la que comienza. La atribución a san Atanasio parece que data del siglo VII y se mantuvo sin discusión hasta el XVII; hoy día esta atribución está abandonada. De las dos versiones que poseemos, la latina, conservada en un manuscrito del siglo VIII es la original, mientras la griega es una traducción; sobre este punto la unanimidad de la crítica es absoluta. En cambio hay dudas sobre el lugar, fecha y autor. La zona de más temprana influencia de este símbolo fue la Galia meridional, y más concretamente los alrededores de Arlés; J. Madoz se inclina por el como más probable cuna de este escrito. De aquí se extendió su influjo por España y por todo el imperio carolingio (se conserva un documento de Autun, del año 670, obligando a los clérigos a aprenderlo de memoria). La fecha de composición ha de encontrarse entre el 434-440, fecha de composición de los Excerpta Vincentii Lirinensis (descubiertos en 1940 y que contienen fórmulas que pueden tenerse como fuente inmediata del Quicumque), y el 542, fecha de la muerte de San Cesáreo de Arlés, quien nos testimonia su existencia. En cuanto al autor los críticos siguen sin decidirse claramente por ninguno; cuentan con más partidarios san Vicente de Lérins y san Ambrosio de Milán; pero también ha sido atribuido a san Cesáreo de Arlés, Fulgencio de Ruspe, († 416), san Hilario de Poitiers, Honorato de Arlés († 429), san Hilario de Arlés († 449), san Martín de Braga, san Eusebio de Vercelli y otros. Contiene dos ciclos bien diferenciados: el trinitario y el cristológico. Refleja el desarrollo teológico que corresponde al Concilio de Calcedonia. La naturaleza divina se expresa por el término substancia y se emplea persona para designar a las de la Trinidad; no se usa el término hypostasis. La procesión del Espíritu Santo se predica del Padre y del Hijo («a Patre et Filio»). La fe en la Encarnación se expresa por medio de proposiciones claras que resaltan tanto la divinidad como la humanidad de Cristo («perfectus Deus, perfectus homo; ex anima rationalis et humana carne subsistens»). En una proposición típicamente occidental se llama a Cristo «igual al Padre según la divinidad y menor que el Padre según la humanidad». Se excluye el monofisismo, condenando toda conversión o confusión de naturalezas en Cristo y afirmando la asunción de la humanidad por la divinidad y la unidad de la persona. El símbolo concluye confesando los misteria carnis Christi (pasión y muerte, descenso a los infiernos, resurrección, ascensión, entronización a la diestra del Padre), la segunda venida de Jesús (parusía), la resurrección final de los hombres «cum corporibus suis» y la sanción, según sus obras, con la «vida eterna» o el «fuego eterno». Entró en el uso litúrgico muy pronto. Consta que en el siglo IX se usaba en Alemania en la liturgia eucarística recitándose después de la homilía. Más tarde se introdujo en el oficio de prima. En la liturgia romana ha formado parte del oficio común de prima de las dominicas después de Epifanía y después de Pentecostés. Desde 1955 se ha limitado su uso al domingo de la Santísima Trinidad. Los teólogos orientales aceptaron el Quicumque rechazando únicamente su valor de testimonio en apoyo del Filioque, que consideraban una interpolación posterior. Se ha usado en la liturgia rusa desde el siglo XVIII y se adoptó en la griega en 1780. (es)
  • El Símbolo Quicumque es una profesión de fe que también se ha denominado Símbolo Atanasiano por haber sido atribuido durante toda la Edad Media al obispo de Alejandría san Atanasio. A pesar de no haber sido redactado por ningún concilio ecuménico, «de hecho, este símbolo alcanzó tanta autoridad en la Iglesia, tanto occidental como oriental, que entró en el uso litúrgico y ha de tenerse por verdadera definición de fe» . Recibe el nombre de Quicumque por la palabra con la que comienza. La atribución a san Atanasio parece que data del siglo VII y se mantuvo sin discusión hasta el XVII; hoy día esta atribución está abandonada. De las dos versiones que poseemos, la latina, conservada en un manuscrito del siglo VIII es la original, mientras la griega es una traducción; sobre este punto la unanimidad de la crítica es absoluta. En cambio hay dudas sobre el lugar, fecha y autor. La zona de más temprana influencia de este símbolo fue la Galia meridional, y más concretamente los alrededores de Arlés; J. Madoz se inclina por el como más probable cuna de este escrito. De aquí se extendió su influjo por España y por todo el imperio carolingio (se conserva un documento de Autun, del año 670, obligando a los clérigos a aprenderlo de memoria). La fecha de composición ha de encontrarse entre el 434-440, fecha de composición de los Excerpta Vincentii Lirinensis (descubiertos en 1940 y que contienen fórmulas que pueden tenerse como fuente inmediata del Quicumque), y el 542, fecha de la muerte de San Cesáreo de Arlés, quien nos testimonia su existencia. En cuanto al autor los críticos siguen sin decidirse claramente por ninguno; cuentan con más partidarios san Vicente de Lérins y san Ambrosio de Milán; pero también ha sido atribuido a san Cesáreo de Arlés, Fulgencio de Ruspe, († 416), san Hilario de Poitiers, Honorato de Arlés († 429), san Hilario de Arlés († 449), san Martín de Braga, san Eusebio de Vercelli y otros. Contiene dos ciclos bien diferenciados: el trinitario y el cristológico. Refleja el desarrollo teológico que corresponde al Concilio de Calcedonia. La naturaleza divina se expresa por el término substancia y se emplea persona para designar a las de la Trinidad; no se usa el término hypostasis. La procesión del Espíritu Santo se predica del Padre y del Hijo («a Patre et Filio»). La fe en la Encarnación se expresa por medio de proposiciones claras que resaltan tanto la divinidad como la humanidad de Cristo («perfectus Deus, perfectus homo; ex anima rationalis et humana carne subsistens»). En una proposición típicamente occidental se llama a Cristo «igual al Padre según la divinidad y menor que el Padre según la humanidad». Se excluye el monofisismo, condenando toda conversión o confusión de naturalezas en Cristo y afirmando la asunción de la humanidad por la divinidad y la unidad de la persona. El símbolo concluye confesando los misteria carnis Christi (pasión y muerte, descenso a los infiernos, resurrección, ascensión, entronización a la diestra del Padre), la segunda venida de Jesús (parusía), la resurrección final de los hombres «cum corporibus suis» y la sanción, según sus obras, con la «vida eterna» o el «fuego eterno». Entró en el uso litúrgico muy pronto. Consta que en el siglo IX se usaba en Alemania en la liturgia eucarística recitándose después de la homilía. Más tarde se introdujo en el oficio de prima. En la liturgia romana ha formado parte del oficio común de prima de las dominicas después de Epifanía y después de Pentecostés. Desde 1955 se ha limitado su uso al domingo de la Santísima Trinidad. Los teólogos orientales aceptaron el Quicumque rechazando únicamente su valor de testimonio en apoyo del Filioque, que consideraban una interpolación posterior. Se ha usado en la liturgia rusa desde el siglo XVIII y se adoptó en la griega en 1780. (es)
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  • Pero-Sanz Elorza, José Miguel (es)
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  • ISBN 978-84-7094-087-3 (es)
  • ISBN 978-84-7118-125-1 (es)
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  • El símbolo atanasiano (es)
  • Pedro de Osma y su Comentario al símbolo Quicumque (es)
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  • El Símbolo Quicumque es una profesión de fe que también se ha denominado Símbolo Atanasiano por haber sido atribuido durante toda la Edad Media al obispo de Alejandría san Atanasio. A pesar de no haber sido redactado por ningún concilio ecuménico, «de hecho, este símbolo alcanzó tanta autoridad en la Iglesia, tanto occidental como oriental, que entró en el uso litúrgico y ha de tenerse por verdadera definición de fe» . Recibe el nombre de Quicumque por la palabra con la que comienza. (es)
  • El Símbolo Quicumque es una profesión de fe que también se ha denominado Símbolo Atanasiano por haber sido atribuido durante toda la Edad Media al obispo de Alejandría san Atanasio. A pesar de no haber sido redactado por ningún concilio ecuménico, «de hecho, este símbolo alcanzó tanta autoridad en la Iglesia, tanto occidental como oriental, que entró en el uso litúrgico y ha de tenerse por verdadera definición de fe» . Recibe el nombre de Quicumque por la palabra con la que comienza. (es)
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  • Símbolo Quicumque (es)
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