dbo:abstract
|
- Sobre la cuestión judía (traducido del alemán: Zur Judenfrage), es un ensayo escrito por Karl Marx en el otoño de 1843, y publicado por primera vez en febrero de 1844 en el . Este ensayo es uno de los primeros intentos de Marx de lidiar con categorías que luego darán paso al concepto material de la historia. Se considera a Sobre la cuestión judía entre los trabajos clásicos más importantes de filosofía política, por haber reformulado en términos tocquevilleanos el problema del interés general de Rousseau, asociando la plena ciudadanía con la colectivización de la sociedad convertida en vida genérica y total del hombre, y no con la participación en la colectividad de un Estado total en contradicción con la sociedad en la que se habita: La desintegración del hombre en el judío y en el ciudadano, en el protestante y en el ciudadano, en el hombre religioso y en el ciudadano, esta desintegración, no es una mentira contra la ciudadanía, no es una evasión de la emancipación política, sino que es la emancipación política misma, es el modo político de emancipación de la religión. Es cierto que, en las épocas en que el Estado político brota violentamente, como Estado político, del seno de la sociedad burguesa, en que la autoliberación humana aspira a llevarse a cabo bajo la forma de autoliberación politica, el Estado puede y debe avanzar hasta la abolición de la religión, hasta su destrucción, pero sólo como avanza hasta la abolición de la propiedad privada, hasta las tasas máximas, hasta la confiscación, hasta el impuesto progresivo, como avanza hasta la abolición de la vida, hasta la guillotina. En los momentos de su amor propio especial, la vida política trata de aplastar a lo que es su premisa, la sociedad burguesa y sus elementos, y a constituirse en la vida genérica real del hombre, exenta de contradicciones. Sólo puede conseguirlo, sin embargo, mediante las contradicciones violentas con sus propias condiciones de vida, declarando la revolución como permanente, y el drama político termina, por tanto, no menos necesariamente, con la restauración de la religión, de la propiedad privada, de todos los elementos de la sociedad burguesa, del mismo modo que la guerra termina con la paz. El Estado político acabado es, por su esencia, la vida genérica del hombre por oposición a su vida material. Todas las premisas de esta vida egoísta permanecen en pie al margen de la esfera del Estado, en la sociedad civil, pero como cualidades de ésta. Allí donde el Estado político ha alcanzado su verdadero desarrollo, lleva el hombre, no sólo en el pensamiento, en la conciencia, sino en la realidad, en la vida, una doble vida, una celestial y otra terrenal, la vida en la comunidad política, en la que se considera como ser colectivo, y la vida en la sociedad civil, en la que actúa cómo particular; considera a los otros hombres como medios, se degrada a sí mismo como medio y se convierte en juguete de poderes extraños. El Estado político se comporta con respecto a la sociedad civil de un modo tan espiritualista como el cielo con respecto a la tierra. Se halla con respecto a ella en la misma contraposición y la supera del mismo modo que la religión supera la limitación del mundo profano, es decir, reconociéndola también de nuevo, restaurándola y dejándose necesariamente dominar por ella. El hombre en su inmediata realidad, en la sociedad civil, es un ser profano. Aquí, donde pasa ante sí mismo y ante los otros por un individuo real, es una manifestación carente de verdad. Por el contrario, en el Estado, donde el hombre es considerado como un ser genérico, es el miembro imaginario de una imaginaria soberanía, se halla despojado de su vida individual real y dotado de una generalidad irreal. El conflicto entre el hombre, como fiel de una religión especial y su ciudadanía, y los demás hombres, en cuanto miembros de la comunidad, se reduce al divorcio secular entre el Estado político y la sociedad civil”. Para el hombre como bourgeois, “la vida dentro del Estado es sólo apariencia o una excepción momentánea de la esencia y de la regla”. Cierto que el bourgeois, como el judío, sólo se mantiene sofísticamente dentro de la vida del Estado, del mismo modo que el citoyen sólo sofísticamente sigue siendo judío o bourgeois; pero esta sofística no es personal. Es la sofística del Estado político mismo. La diferencia entre el hombre religioso y el ciudadano es la diferencia entre el comerciante y el ciudadano, entre el jornalero y el ciudadano, entre el terrateniente y el ciudadano, entre el individuo viviente y el ciudadano. La contradicción entre el hombre religioso y el hombre político es la misma contradicción que existe entre el bourgeois y el citoyen, entre el miembro de la sociedad burguesa y su piel de león política. El artículo es una contestación a otro filósofo hegeliano de la época, Bruno Bauer. Para Marx, el reclamo de emancipación política de los judíos se limitaba a la emancipación política, y no se correspondía con la plena emancipación humana, como pretendía Bauer.Obras Marx/EngelsMarx contesta que el Estado secular y la emancipación política de todos los sectores de la sociedad civil de ninguna manera supera los límites de la misma sociedad civil, sino que favorece la adaptación más plena del Estado a ella. El Estado democrático donde cada ciudadano sería igual ante la ley más allá de su culto religioso ya era una tendencia del mismo capitalismo. En el régimen democrático avanzado (Marx pone como ejemplo en ese momento a Estados Unidos, en los que existe un Estado secular junto a una sociedad muy religiosa) las diferencias entre las personas se anulan dentro del Estado para preservarlas en la sociedad civil. Mientras que la emancipación política de los judíos llevaría a la libertad de cultos religiosos, la emancipación plena del ser humano llevaría a la libertad de la religión. La crítica que Marx realizó a Bruno Bauer formó parte de su mismo proceso de elaboración conceptual de la emancipación humana universal (y por lo tanto subversión de la sociedad civil burguesa) frente al concepto de emancipación política (reforma del Estado para una mayor armonía con la sociedad civil burguesa).
* Datos: Q230307 (es)
- Sobre la cuestión judía (traducido del alemán: Zur Judenfrage), es un ensayo escrito por Karl Marx en el otoño de 1843, y publicado por primera vez en febrero de 1844 en el . Este ensayo es uno de los primeros intentos de Marx de lidiar con categorías que luego darán paso al concepto material de la historia. Se considera a Sobre la cuestión judía entre los trabajos clásicos más importantes de filosofía política, por haber reformulado en términos tocquevilleanos el problema del interés general de Rousseau, asociando la plena ciudadanía con la colectivización de la sociedad convertida en vida genérica y total del hombre, y no con la participación en la colectividad de un Estado total en contradicción con la sociedad en la que se habita: La desintegración del hombre en el judío y en el ciudadano, en el protestante y en el ciudadano, en el hombre religioso y en el ciudadano, esta desintegración, no es una mentira contra la ciudadanía, no es una evasión de la emancipación política, sino que es la emancipación política misma, es el modo político de emancipación de la religión. Es cierto que, en las épocas en que el Estado político brota violentamente, como Estado político, del seno de la sociedad burguesa, en que la autoliberación humana aspira a llevarse a cabo bajo la forma de autoliberación politica, el Estado puede y debe avanzar hasta la abolición de la religión, hasta su destrucción, pero sólo como avanza hasta la abolición de la propiedad privada, hasta las tasas máximas, hasta la confiscación, hasta el impuesto progresivo, como avanza hasta la abolición de la vida, hasta la guillotina. En los momentos de su amor propio especial, la vida política trata de aplastar a lo que es su premisa, la sociedad burguesa y sus elementos, y a constituirse en la vida genérica real del hombre, exenta de contradicciones. Sólo puede conseguirlo, sin embargo, mediante las contradicciones violentas con sus propias condiciones de vida, declarando la revolución como permanente, y el drama político termina, por tanto, no menos necesariamente, con la restauración de la religión, de la propiedad privada, de todos los elementos de la sociedad burguesa, del mismo modo que la guerra termina con la paz. El Estado político acabado es, por su esencia, la vida genérica del hombre por oposición a su vida material. Todas las premisas de esta vida egoísta permanecen en pie al margen de la esfera del Estado, en la sociedad civil, pero como cualidades de ésta. Allí donde el Estado político ha alcanzado su verdadero desarrollo, lleva el hombre, no sólo en el pensamiento, en la conciencia, sino en la realidad, en la vida, una doble vida, una celestial y otra terrenal, la vida en la comunidad política, en la que se considera como ser colectivo, y la vida en la sociedad civil, en la que actúa cómo particular; considera a los otros hombres como medios, se degrada a sí mismo como medio y se convierte en juguete de poderes extraños. El Estado político se comporta con respecto a la sociedad civil de un modo tan espiritualista como el cielo con respecto a la tierra. Se halla con respecto a ella en la misma contraposición y la supera del mismo modo que la religión supera la limitación del mundo profano, es decir, reconociéndola también de nuevo, restaurándola y dejándose necesariamente dominar por ella. El hombre en su inmediata realidad, en la sociedad civil, es un ser profano. Aquí, donde pasa ante sí mismo y ante los otros por un individuo real, es una manifestación carente de verdad. Por el contrario, en el Estado, donde el hombre es considerado como un ser genérico, es el miembro imaginario de una imaginaria soberanía, se halla despojado de su vida individual real y dotado de una generalidad irreal. El conflicto entre el hombre, como fiel de una religión especial y su ciudadanía, y los demás hombres, en cuanto miembros de la comunidad, se reduce al divorcio secular entre el Estado político y la sociedad civil”. Para el hombre como bourgeois, “la vida dentro del Estado es sólo apariencia o una excepción momentánea de la esencia y de la regla”. Cierto que el bourgeois, como el judío, sólo se mantiene sofísticamente dentro de la vida del Estado, del mismo modo que el citoyen sólo sofísticamente sigue siendo judío o bourgeois; pero esta sofística no es personal. Es la sofística del Estado político mismo. La diferencia entre el hombre religioso y el ciudadano es la diferencia entre el comerciante y el ciudadano, entre el jornalero y el ciudadano, entre el terrateniente y el ciudadano, entre el individuo viviente y el ciudadano. La contradicción entre el hombre religioso y el hombre político es la misma contradicción que existe entre el bourgeois y el citoyen, entre el miembro de la sociedad burguesa y su piel de león política. El artículo es una contestación a otro filósofo hegeliano de la época, Bruno Bauer. Para Marx, el reclamo de emancipación política de los judíos se limitaba a la emancipación política, y no se correspondía con la plena emancipación humana, como pretendía Bauer.Obras Marx/EngelsMarx contesta que el Estado secular y la emancipación política de todos los sectores de la sociedad civil de ninguna manera supera los límites de la misma sociedad civil, sino que favorece la adaptación más plena del Estado a ella. El Estado democrático donde cada ciudadano sería igual ante la ley más allá de su culto religioso ya era una tendencia del mismo capitalismo. En el régimen democrático avanzado (Marx pone como ejemplo en ese momento a Estados Unidos, en los que existe un Estado secular junto a una sociedad muy religiosa) las diferencias entre las personas se anulan dentro del Estado para preservarlas en la sociedad civil. Mientras que la emancipación política de los judíos llevaría a la libertad de cultos religiosos, la emancipación plena del ser humano llevaría a la libertad de la religión. La crítica que Marx realizó a Bruno Bauer formó parte de su mismo proceso de elaboración conceptual de la emancipación humana universal (y por lo tanto subversión de la sociedad civil burguesa) frente al concepto de emancipación política (reforma del Estado para una mayor armonía con la sociedad civil burguesa).
* Datos: Q230307 (es)
|