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- Melino (en griego: Μελιννώ) fue una poetisa de la Antigua Grecia en un período desconocido, más probablemente en la época de esplendor del Imperio Romano (hacia el siglo II). Juan Estobeo dice que nació en Lesbos, no obstante su obra tiene características del dialécto dórico. Utilizó la misma forma métrica que Safo de Lesbos. La única obra de Melino que llegó a nuestros días (a través de Estobeo) es una Oda a Roma. Es un himno a la diosa que personifica a la potencia antigua. Al final de cada estrofa existen pausas que pueden guardar relación con el modo de ejecución del himno, en cinco momentos sucesivos o estaciones de un ritual (quizás una procesión) en honor a la diosa Roma. Su final abrupto, sin ruegos, puede entenderse como que no es una divinidad a la que implorar a la que está dedicado el himno, sino a la hipóstasis de un poder hegemónico. Fue parte del clima de una época que favoreció una literatura filorromana. Estobeo había entendido que la oda no estaba dedicada a Roma sino a la fuerza (ambas palabras son homófonas y homógrafas en griego), confusión señalada por Hugo Grocio. Es posible que Melino haya explotado conscientemente la ambigüedad de la palabra. Hasta el siglo XIX se atribuyó este poema a , cuya autoría es imposible cronológicamente. ODA A ROMA (es)
- Melino (en griego: Μελιννώ) fue una poetisa de la Antigua Grecia en un período desconocido, más probablemente en la época de esplendor del Imperio Romano (hacia el siglo II). Juan Estobeo dice que nació en Lesbos, no obstante su obra tiene características del dialécto dórico. Utilizó la misma forma métrica que Safo de Lesbos. La única obra de Melino que llegó a nuestros días (a través de Estobeo) es una Oda a Roma. Es un himno a la diosa que personifica a la potencia antigua. Al final de cada estrofa existen pausas que pueden guardar relación con el modo de ejecución del himno, en cinco momentos sucesivos o estaciones de un ritual (quizás una procesión) en honor a la diosa Roma. Su final abrupto, sin ruegos, puede entenderse como que no es una divinidad a la que implorar a la que está dedicado el himno, sino a la hipóstasis de un poder hegemónico. Fue parte del clima de una época que favoreció una literatura filorromana. Estobeo había entendido que la oda no estaba dedicada a Roma sino a la fuerza (ambas palabras son homófonas y homógrafas en griego), confusión señalada por Hugo Grocio. Es posible que Melino haya explotado conscientemente la ambigüedad de la palabra. Hasta el siglo XIX se atribuyó este poema a , cuya autoría es imposible cronológicamente. ODA A ROMA (es)
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