En 1808 un conjunto de circunstancias crearon en España una coyuntura favorable para que un amplio sector de la opinión se comprometiese en la lucha por el poder, con objeto de llevar a cabo una radical transformación de los supuestos que servían de base a la España del Antiguo Régimen. El final de la etapa reformista de los Borbones ilustrados Fernando VI y Carlos III significó el fin de una gran ilusión, que provocó una frustración en la conciencia nacional. La conciencia de la crisis del Antiguo Régimen era un sentimiento geralizado en la opinión, aunque inicialmente no se formule como un proyecto revolucionario, si no como un programa de reformas.

Property Value
dbo:abstract
  • En 1808 un conjunto de circunstancias crearon en España una coyuntura favorable para que un amplio sector de la opinión se comprometiese en la lucha por el poder, con objeto de llevar a cabo una radical transformación de los supuestos que servían de base a la España del Antiguo Régimen. El final de la etapa reformista de los Borbones ilustrados Fernando VI y Carlos III significó el fin de una gran ilusión, que provocó una frustración en la conciencia nacional. La conciencia de la crisis del Antiguo Régimen era un sentimiento geralizado en la opinión, aunque inicialmente no se formule como un proyecto revolucionario, si no como un programa de reformas. A partir de 1808, y en medio de una terrible guerra, especialmente destructora por la naturaleza de su planteamiento estratégico, los poderes constituidos promueven, con relativa eficacia, el triunfo de sus respectivos modelos de organización sociopolítica: * Los afrancesados, en cuyas filas militan algunos elementos de indudable capacidad, no vacilan en utilizar la posibilidad que Napoleón les brinda para la realización de un programa de reformas que hiciera innecesaria la revolución. Pero la guerra no les permitiría poner en práctica su programa y, cuando llegó la paz, su colaboración con el enemigo los llevaría al destierro, y el desprestigio social los acompañaría de por vida por su colaboracionismo. * Los liberales, dueños del poder en España en los seis años que duró el conflicto armado, no tuvieron oportunidad más que de promulgar las leyes que desarrollaban los puntos básicos de su programa, e incluso esto de forma incompleta.​ En todo proceso revolucionario cabe distinguir tres actividades fundamentales: las que apuntan ala conquista del poder, las destinadas a crear un nuevo régimen y las que tienden a configurar la sociedad sobre bases teóricas distintas a las vigentes. El primero de estos fenómenos se inicia en España con la formación de las Juntas Provinciales en 1808, aunque que no desarrollaría sus posibilidades hasta la reunión de las Cortes de Cádiz dos años después. La constitución de un poder revolucionario implica la simultánea desaparición del poder constituido. En España el motín de Aranjuez y las abdicaciones de Bayona fueron los elementos decisivos en la crisis de la monarquía, en tanto que la pasividad de las autoridades ante la presencia de los franceses fueron los del gobierno. El vacío de poder resultante facilitaría las iniciativas de las autoridades inferiores (como la del bando del alcalde de Móstoles) y la constitución de instituciones inéditas —las Juntas Provinciales, la Junta Central— que non vacilarían en asumirlo con todas las responsabilidades que implicaba y, una vez conseguido, se negarían a devolverlo a sus antiguos titulares. (es)
  • En 1808 un conjunto de circunstancias crearon en España una coyuntura favorable para que un amplio sector de la opinión se comprometiese en la lucha por el poder, con objeto de llevar a cabo una radical transformación de los supuestos que servían de base a la España del Antiguo Régimen. El final de la etapa reformista de los Borbones ilustrados Fernando VI y Carlos III significó el fin de una gran ilusión, que provocó una frustración en la conciencia nacional. La conciencia de la crisis del Antiguo Régimen era un sentimiento geralizado en la opinión, aunque inicialmente no se formule como un proyecto revolucionario, si no como un programa de reformas. A partir de 1808, y en medio de una terrible guerra, especialmente destructora por la naturaleza de su planteamiento estratégico, los poderes constituidos promueven, con relativa eficacia, el triunfo de sus respectivos modelos de organización sociopolítica: * Los afrancesados, en cuyas filas militan algunos elementos de indudable capacidad, no vacilan en utilizar la posibilidad que Napoleón les brinda para la realización de un programa de reformas que hiciera innecesaria la revolución. Pero la guerra no les permitiría poner en práctica su programa y, cuando llegó la paz, su colaboración con el enemigo los llevaría al destierro, y el desprestigio social los acompañaría de por vida por su colaboracionismo. * Los liberales, dueños del poder en España en los seis años que duró el conflicto armado, no tuvieron oportunidad más que de promulgar las leyes que desarrollaban los puntos básicos de su programa, e incluso esto de forma incompleta.​ En todo proceso revolucionario cabe distinguir tres actividades fundamentales: las que apuntan ala conquista del poder, las destinadas a crear un nuevo régimen y las que tienden a configurar la sociedad sobre bases teóricas distintas a las vigentes. El primero de estos fenómenos se inicia en España con la formación de las Juntas Provinciales en 1808, aunque que no desarrollaría sus posibilidades hasta la reunión de las Cortes de Cádiz dos años después. La constitución de un poder revolucionario implica la simultánea desaparición del poder constituido. En España el motín de Aranjuez y las abdicaciones de Bayona fueron los elementos decisivos en la crisis de la monarquía, en tanto que la pasividad de las autoridades ante la presencia de los franceses fueron los del gobierno. El vacío de poder resultante facilitaría las iniciativas de las autoridades inferiores (como la del bando del alcalde de Móstoles) y la constitución de instituciones inéditas —las Juntas Provinciales, la Junta Central— que non vacilarían en asumirlo con todas las responsabilidades que implicaba y, una vez conseguido, se negarían a devolverlo a sus antiguos titulares. (es)
dbo:wikiPageExternalLink
dbo:wikiPageID
  • 5173423 (xsd:integer)
dbo:wikiPageLength
  • 84066 (xsd:integer)
dbo:wikiPageRevisionID
  • 129336174 (xsd:integer)
dct:subject
rdfs:comment
  • En 1808 un conjunto de circunstancias crearon en España una coyuntura favorable para que un amplio sector de la opinión se comprometiese en la lucha por el poder, con objeto de llevar a cabo una radical transformación de los supuestos que servían de base a la España del Antiguo Régimen. El final de la etapa reformista de los Borbones ilustrados Fernando VI y Carlos III significó el fin de una gran ilusión, que provocó una frustración en la conciencia nacional. La conciencia de la crisis del Antiguo Régimen era un sentimiento geralizado en la opinión, aunque inicialmente no se formule como un proyecto revolucionario, si no como un programa de reformas. (es)
  • En 1808 un conjunto de circunstancias crearon en España una coyuntura favorable para que un amplio sector de la opinión se comprometiese en la lucha por el poder, con objeto de llevar a cabo una radical transformación de los supuestos que servían de base a la España del Antiguo Régimen. El final de la etapa reformista de los Borbones ilustrados Fernando VI y Carlos III significó el fin de una gran ilusión, que provocó una frustración en la conciencia nacional. La conciencia de la crisis del Antiguo Régimen era un sentimiento geralizado en la opinión, aunque inicialmente no se formule como un proyecto revolucionario, si no como un programa de reformas. (es)
rdfs:label
  • Junta Suprema del Reino de Galicia (es)
  • Junta Suprema del Reino de Galicia (es)
prov:wasDerivedFrom
foaf:isPrimaryTopicOf
is foaf:primaryTopic of