Las primeras aproximaciones a la Arquitectura del siglo XX apuntaban a una interpretación rupturista donde lo ocurrido desde esos años a finales del siglo XIX se veía como un giro radical y sin retorno respecto a la Arquitectura anterior. Emerge así la idea de un movimiento moderno en la Arquitectura que supone empezar de cero. El hierro y el vidrio se usan en la construcción desde tiempo inmemorial, pero solo en este período los progresos de la industria permiten extender sus aplicaciones, introduciendo en la técnica de la construcción conceptos completamente nuevos.

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  • Las primeras aproximaciones a la Arquitectura del siglo XX apuntaban a una interpretación rupturista donde lo ocurrido desde esos años a finales del siglo XIX se veía como un giro radical y sin retorno respecto a la Arquitectura anterior. Emerge así la idea de un movimiento moderno en la Arquitectura que supone empezar de cero. Se hacía necesaria una visión histórica que pusiera el énfasis en los valores más novedosos de las obras recientes vinculadas a una interpretación comprometida con una apuesta política y social. Se quería alejar a esa Arquitectura de cualquier vínculo con tradiciones anteriores. Cuando los pioneros de la arquitectura moderna rechazaban las “formas del pasado”, no se referían solo a algunos motivos concretos, sino también a las concepciones espaciales en general, como la perspectiva lineal del Renacimiento o los trazados totalitarios del Barroco. En particular, se oponían a las composiciones “académicas” de la arquitectura oficial del siglo XIX, en la que los centros y ejes significativos del urbanismo barroco habían degenerado en un juego con figuras formalistas. Evidentemente, esos trazados artificiales y estáticos no podían hacer frente a la forma de vida de un mundo abierto y dinámico. Y por último, pero no menos importante, rechazaban esos “estilos” como sistemas de tipos edificatorios y elementos simbólicos. Por medio de los estilos era como se hacían realidad las concepciones espaciales del pasado. La nueva situación general creada por la revolución industrial y social generó multiplicidad de nuevos temas edilicios. En el siglo XIX, la iglesia y el palacio perdieron su importancia como temas principales y fueron reemplazados, a su turno, por el monumento, el museo, la vivienda, el teatro, el palacio de exposiciones, y el edificio para oficinas. Cada uno de estos temas, así como su sucesión temporal, indican el surgimiento de una nueva forma de vida, basada en los nuevos significados existenciales. Estas nuevas edificaciones representaba los valores económicos de la nueva sociedad capitalista, así como sus fuerzas productivas se manifestaban de forma clara en edificios destinados a fábricas, oficinas y viviendas. A partir de estos avances la reivindicación de la eficiencia y rentabilidad económica como prioridad insoslayable, se observa una disminución de los patios en la arquitectura para optimizar lo económico.​ Para referirse a la Arquitectura que emerge desde finales del siglo XIX se emplea el calificativo de “Moderna”. En este caso, hace referencia a la levantada desde el Art Nouveau y las propuestas hasta la década de los años 60 del siglo XX. La arquitectura del Movimiento Moderno hace una apuesta decidida a favor de determinadas corrientes y tendencias en gran medida relacionadas con las vanguardias artísticas.Por tanto, parece que han desaparecido los factores que diferenciaban la producción industrial y la artesanal quedando como valor fundamental de esta última el valor “artístico puro“ que sólo los entendidos pueden apreciar. Naturalmente, la relativa continuidad con los sistemas tradicionales no excluye que el arte de construir se transforme en este período y que surjan nuevos problemas, como que por ejemplo, la revolución industrial modifica la técnica de la construcción, aunque sea de modo menos espectacular que en otros sectores. Los materiales tradicionales, como la piedra, los ladrillos, la madera, se trabajan de modo más rentable, distribuyéndolos de modo más práctico. A estos se añaden otros nuevos materiales, como el hierro colado, el vidrio y, más tarde, el cemento. Los progresos de la ciencia permiten utilizar todos estos materiales del modo más conveniente y medir su resistencia. La difusión del espíritu científico y la aspiración de los arquitectos a verificar los límites de empleo de los materiales y sistemas tradicionales de construcción, estimulan distintas investigaciones experimentales. La búsqueda científica trabaja, por otra parte, en la técnica de la construcción, modificando los instrumentos que han de servir para proyectar. Las dos principales innovaciones tienen su origen en Francia también en este caso: la invención de la geometría descriptiva y la introducción del sistema métrico decimal. El hierro y el vidrio se usan en la construcción desde tiempo inmemorial, pero solo en este período los progresos de la industria permiten extender sus aplicaciones, introduciendo en la técnica de la construcción conceptos completamente nuevos. En un principio el hierro se usa sólo como accesorio: para cadenas, tirantes y para unir entre sí los sillares en las construcciones de mampostería. Por ejemplo, en el pronaos construido por Rondelet para el Panteón de Soufflot, en 1770, la estabilidad real de la cornisa está asegurada por una densa red de barras metálicas, colocadas racionalmente según las distintas cargas, casi como la armazón de una obra moderna de cemento. Pero el escaso desarrollo de la industria siderúrgica pone un límite insuperable a la difusión de estos sistemas. En Inglaterra se dan los pasos decisivos, que permiten a finales de siglo aumentar la producción de hierro en la medida adecuada a las nuevas exigencias. El empleo del hierro fundido se extiende mucho en la construcción. Columnas y vigas de hierro fundido forman la armazón de muchos edificios industriales, y permiten cubrir grandes espacios con estructuras relativamente ligeras y a prueba de fuego. Rejas, barandillas, verjas y decoraciones son cada vez más empleadas en obras corrientes y hasta en obras representativas. Las decoraciones en hierro fundido en este primer período-últimos decenios del siglo XVIII y principios del XIX-son frecuentemente de magnífica factura y muy superiores a las comerciales del período siguiente. La industria del vidrio realiza grandes progresos técnicos en la segunda mitad del siglo XVIII, y en 1806 es capaz de producir paneles de vidrio de 2,50 por 1,70 metros. En Inglaterra, sin embargo, la mayor productora, las exigencias fiscales durante las guerras napoleónicas ponen graves dificultades a las fábricas de vidrio, y sólo después del tratado de paz la producción puede continuar su desarrollo. Se empiezan a experimentar aplicaciones de más empeño, asociando el vidrio al hierro para obtener revestimientos que dejen pasar la luz. Grandes tragaluces de hierro y vidrio se usan en numerosos edificios públicos, por ejemplo en la Madeleine de Vignon. En 1829, Percier y Fontaine cubren de vidrio la Galerie d'Orléans del Palais Royal, prototipo de galería pública del siglo XIX. Emplea el vidrio en la construcción de grandes viveros Rouhault, en el Jardin des plantes de París, en 1833; Paxton, en Chatsworth, en 1837, y Burton, en Kew Gardens, en 1844. Las primeras estaciones de ferrocarril necesitan grandes cubiertas de vidrio, y las nuevas tiendas, con sus amplios escaparates de exposición, acostumbran a los arquitectos a proyectar paredes enteramente de vidrio. El Palacio de Cristal de Joseph Paxton, en 1851, resume todas estas experiencias e inaugura la serie de grandes galerías de cristal para exposiciones, que continúa en la segunda mitad del siglo XIX. (es)
  • Las primeras aproximaciones a la Arquitectura del siglo XX apuntaban a una interpretación rupturista donde lo ocurrido desde esos años a finales del siglo XIX se veía como un giro radical y sin retorno respecto a la Arquitectura anterior. Emerge así la idea de un movimiento moderno en la Arquitectura que supone empezar de cero. Se hacía necesaria una visión histórica que pusiera el énfasis en los valores más novedosos de las obras recientes vinculadas a una interpretación comprometida con una apuesta política y social. Se quería alejar a esa Arquitectura de cualquier vínculo con tradiciones anteriores. Cuando los pioneros de la arquitectura moderna rechazaban las “formas del pasado”, no se referían solo a algunos motivos concretos, sino también a las concepciones espaciales en general, como la perspectiva lineal del Renacimiento o los trazados totalitarios del Barroco. En particular, se oponían a las composiciones “académicas” de la arquitectura oficial del siglo XIX, en la que los centros y ejes significativos del urbanismo barroco habían degenerado en un juego con figuras formalistas. Evidentemente, esos trazados artificiales y estáticos no podían hacer frente a la forma de vida de un mundo abierto y dinámico. Y por último, pero no menos importante, rechazaban esos “estilos” como sistemas de tipos edificatorios y elementos simbólicos. Por medio de los estilos era como se hacían realidad las concepciones espaciales del pasado. La nueva situación general creada por la revolución industrial y social generó multiplicidad de nuevos temas edilicios. En el siglo XIX, la iglesia y el palacio perdieron su importancia como temas principales y fueron reemplazados, a su turno, por el monumento, el museo, la vivienda, el teatro, el palacio de exposiciones, y el edificio para oficinas. Cada uno de estos temas, así como su sucesión temporal, indican el surgimiento de una nueva forma de vida, basada en los nuevos significados existenciales. Estas nuevas edificaciones representaba los valores económicos de la nueva sociedad capitalista, así como sus fuerzas productivas se manifestaban de forma clara en edificios destinados a fábricas, oficinas y viviendas. A partir de estos avances la reivindicación de la eficiencia y rentabilidad económica como prioridad insoslayable, se observa una disminución de los patios en la arquitectura para optimizar lo económico.​ Para referirse a la Arquitectura que emerge desde finales del siglo XIX se emplea el calificativo de “Moderna”. En este caso, hace referencia a la levantada desde el Art Nouveau y las propuestas hasta la década de los años 60 del siglo XX. La arquitectura del Movimiento Moderno hace una apuesta decidida a favor de determinadas corrientes y tendencias en gran medida relacionadas con las vanguardias artísticas.Por tanto, parece que han desaparecido los factores que diferenciaban la producción industrial y la artesanal quedando como valor fundamental de esta última el valor “artístico puro“ que sólo los entendidos pueden apreciar. Naturalmente, la relativa continuidad con los sistemas tradicionales no excluye que el arte de construir se transforme en este período y que surjan nuevos problemas, como que por ejemplo, la revolución industrial modifica la técnica de la construcción, aunque sea de modo menos espectacular que en otros sectores. Los materiales tradicionales, como la piedra, los ladrillos, la madera, se trabajan de modo más rentable, distribuyéndolos de modo más práctico. A estos se añaden otros nuevos materiales, como el hierro colado, el vidrio y, más tarde, el cemento. Los progresos de la ciencia permiten utilizar todos estos materiales del modo más conveniente y medir su resistencia. La difusión del espíritu científico y la aspiración de los arquitectos a verificar los límites de empleo de los materiales y sistemas tradicionales de construcción, estimulan distintas investigaciones experimentales. La búsqueda científica trabaja, por otra parte, en la técnica de la construcción, modificando los instrumentos que han de servir para proyectar. Las dos principales innovaciones tienen su origen en Francia también en este caso: la invención de la geometría descriptiva y la introducción del sistema métrico decimal. El hierro y el vidrio se usan en la construcción desde tiempo inmemorial, pero solo en este período los progresos de la industria permiten extender sus aplicaciones, introduciendo en la técnica de la construcción conceptos completamente nuevos. En un principio el hierro se usa sólo como accesorio: para cadenas, tirantes y para unir entre sí los sillares en las construcciones de mampostería. Por ejemplo, en el pronaos construido por Rondelet para el Panteón de Soufflot, en 1770, la estabilidad real de la cornisa está asegurada por una densa red de barras metálicas, colocadas racionalmente según las distintas cargas, casi como la armazón de una obra moderna de cemento. Pero el escaso desarrollo de la industria siderúrgica pone un límite insuperable a la difusión de estos sistemas. En Inglaterra se dan los pasos decisivos, que permiten a finales de siglo aumentar la producción de hierro en la medida adecuada a las nuevas exigencias. El empleo del hierro fundido se extiende mucho en la construcción. Columnas y vigas de hierro fundido forman la armazón de muchos edificios industriales, y permiten cubrir grandes espacios con estructuras relativamente ligeras y a prueba de fuego. Rejas, barandillas, verjas y decoraciones son cada vez más empleadas en obras corrientes y hasta en obras representativas. Las decoraciones en hierro fundido en este primer período-últimos decenios del siglo XVIII y principios del XIX-son frecuentemente de magnífica factura y muy superiores a las comerciales del período siguiente. La industria del vidrio realiza grandes progresos técnicos en la segunda mitad del siglo XVIII, y en 1806 es capaz de producir paneles de vidrio de 2,50 por 1,70 metros. En Inglaterra, sin embargo, la mayor productora, las exigencias fiscales durante las guerras napoleónicas ponen graves dificultades a las fábricas de vidrio, y sólo después del tratado de paz la producción puede continuar su desarrollo. Se empiezan a experimentar aplicaciones de más empeño, asociando el vidrio al hierro para obtener revestimientos que dejen pasar la luz. Grandes tragaluces de hierro y vidrio se usan en numerosos edificios públicos, por ejemplo en la Madeleine de Vignon. En 1829, Percier y Fontaine cubren de vidrio la Galerie d'Orléans del Palais Royal, prototipo de galería pública del siglo XIX. Emplea el vidrio en la construcción de grandes viveros Rouhault, en el Jardin des plantes de París, en 1833; Paxton, en Chatsworth, en 1837, y Burton, en Kew Gardens, en 1844. Las primeras estaciones de ferrocarril necesitan grandes cubiertas de vidrio, y las nuevas tiendas, con sus amplios escaparates de exposición, acostumbran a los arquitectos a proyectar paredes enteramente de vidrio. El Palacio de Cristal de Joseph Paxton, en 1851, resume todas estas experiencias e inaugura la serie de grandes galerías de cristal para exposiciones, que continúa en la segunda mitad del siglo XIX. (es)
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  • Las primeras aproximaciones a la Arquitectura del siglo XX apuntaban a una interpretación rupturista donde lo ocurrido desde esos años a finales del siglo XIX se veía como un giro radical y sin retorno respecto a la Arquitectura anterior. Emerge así la idea de un movimiento moderno en la Arquitectura que supone empezar de cero. El hierro y el vidrio se usan en la construcción desde tiempo inmemorial, pero solo en este período los progresos de la industria permiten extender sus aplicaciones, introduciendo en la técnica de la construcción conceptos completamente nuevos. (es)
  • Las primeras aproximaciones a la Arquitectura del siglo XX apuntaban a una interpretación rupturista donde lo ocurrido desde esos años a finales del siglo XIX se veía como un giro radical y sin retorno respecto a la Arquitectura anterior. Emerge así la idea de un movimiento moderno en la Arquitectura que supone empezar de cero. El hierro y el vidrio se usan en la construcción desde tiempo inmemorial, pero solo en este período los progresos de la industria permiten extender sus aplicaciones, introduciendo en la técnica de la construcción conceptos completamente nuevos. (es)
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  • Arquitectura del Modernismo (es)
  • Arquitectura del Modernismo (es)
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