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- La contrarrevolución húngara de 1918-1920 fue un proceso de lucha contra los Gobiernos revolucionarios húngaros surgidos tras la Primera Guerra Mundial que culminó, tras la derrota de la República Soviética Húngara a manos de los ejércitos rumanos, con la toma del poder por parte del movimiento conservador y reaccionario. Se abolió entonces la república volviéndose a instaurar la monarquía que permaneció hasta 1944 en manos de un regente. Una dura represión de los sospechosos de haber sido favorables a los Gobiernos revolucionarios conocida como «terror blanco» se extendió por el país antes de que el nuevo régimen se estabilizase en un remedo del antiguo sistema aristócrata-burgués que había dominado Hungría antes de la guerra mundial. La derrota austrohúngara en la Primera Guerra Mundial llevó a la disolución el Imperio y a la proclamación de la independencia húngara en noviembre de 1918. La alianza de alta nobleza y baja nobleza (funcionarios, oficiales...) con la escasa clase media burguesa había controlado la política, la economía y la sociedad húngaras anteriores a la guerra, y se oponía a los cambios políticos y sociales que pusiesen en peligro este control. La posterior proclamación de la república soviética en marzo de 1919 llevó a un notable exilio de miembros de las clases medias y altas, bien a Austria o a las zonas meridionales bajo ocupación francesa (Szeged). Allí se reunieron con otros refugiados que huían no del Gobierno comunista de Budapest, sino de los territorios arrebatados por los países vecinos. La mayoría pasó a apoyar a los movimientos extremistas de derecha que prometían la recuperación de los territorios perdidos y la vuelta al orden social anterior, en el que muchos de los refugiados habían disfrutado de una posición privilegiada. Mientras que en Szeged el movimiento contrarrevolucionario quedó en manos de la baja nobleza de ideas ultraderechistas, la dirección del vienés pasó a la alta nobleza y a la baja nobleza tradicionalista y reaccionaria del norte y oeste de Hungría. Tanto los contrarrevolucionarios refugiados en Viena como los de Szeged trataron de lograr la intervención armada de la Entente contra el Gobierno socialcomunista de Budapest, en vano. Tras sucesivos fracasos a comienzos de junio, se abandonaron los intentos de establecerse en Hungría pasando desde Austria y la principal actividad contrarrevolucionaria comenzó a desarrollarse desde Szeged. La importancia de Szeged en el movimiento contrarrevolucionario se debía a su situación —cercana a las zonas bajo control rumano y yugoslavo— y a hallarse bajo ocupación militar francesa, fuera del alcance de los ejércitos de los países vecinos, por lo que sirvió de refugio a gran número de desplazados. En mayo la ciudad recibió numerosos refugiados del territorio controlado por la república tras los sucesivos fracasos de los intentos de derrocar a los comunistas y de la creación del aparato de seguridad republicano. Muchos oficiales pasaron de Austria a Szeged en estas fechas. Los franceses mantuvieron una actitud ambigua respecto del Gobierno contrarrevolucionario creado por indicación suya el 5 de mayo de 1919 en Arad presidido por el conde Gyula Károlyi y protegido por sus tropas. El Gobierno se convirtió temporalmente en un agente francés en la región, disponible para sustituir al comunista en caso de su derrota y útil para limitar la influencia de otras potencias en la zona, a la vez que moderaba las aspiraciones de sus teóricos aliados serbios y rumanos. Sin embargo, el escaso tamaño del Ejército Nacional no inquietó a Budapest. Los franceses prohibieron las levas, de manera que el nuevo Ejército hubo de formarse únicamente con voluntarios, que no alcanzaron un número notable, además de excluir prácticamente a los trabajadores, el campesinado y gran parte de la clase media local. El Gobierno que tomó el relevo de Károlyi lo encabezó Dezsö Ábrahám y era más moderado. El exalmirante austrohúngaro Miklós Horthy pasó a dirigir independientemente las tropas, aunque no rompió con el gabinete de Ábrahám formalmente hasta el 9 de agosto. Sus objetivos y sus modos, claramente reaccionarios, hacían que su atractivo se limitase a una clase social restringida: nobleza, baja nobleza, oficiales y funcionarios, especialmente a los refugiados de estas categorías. La escasez de reclutas y la abundancia de oficiales hizo necesaria la formación de unidades formadas únicamente por estos que, a la vez que unidades de elite, también fueron las responsables de gran parte de las atrocidades cometidas por el Ejército. Tras la derrota del Gobierno comunista a manos del ejército rumano el 1 de agosto, el Ejército Nacional se puso en marcha para tratar de ocupar el vacío de poder. Béla Kun había cedido el poder a un Gobierno exclusivamente socialista moderado. Sin el respaldo de los Aliados y sin controlar fuerza armada alguna, cayó a los pocos días ante un golpe de mano de un grupo de contrarrevolucionarios de la capital, encabezados por el exministro de Mihály Károlyi István Friedrich. Este no logró tomar el control del Ejército Nacional, que seguía firmemente en manos de Horthy, al que se nombró comandante en jefe del Ejército, pero al que no logró subordinar. La presión de Horthy y sus partidarios hizo que Friedrich abandonase la presidencia del nuevo Gobierno de coalición, formado por insistencia de los Aliados. Este nuevo gabinete tenía como principal objetivo la celebración de elecciones, en las que ambas fracciones contrarrevolucionarias, la de Friedrich con apoyo de la antigua alta nobleza y la burguesía urbana, y la más radical en torno a Horthy, trataron de alcanzar el poder en el nuevo Parlamento. Con el control del Gobierno y de los cuerpos de seguridad del Estado, la victoria de los partidos de derecha quedó asegurada en las votaciones. Descartada la restauración de los Habsburgo, ante el temor de un golpe de Estado o de una guerra civil, el conde Apponyi retiró su candidatura legitimista a la regencia y, tras duros debates, los dos partidos de la derecha decidieron votar a favor de Horthy. Los más radicales, sin embargo, quedaron pronto desilusionados con el regente, que poco a poco fue acercándose a sus antiguos adversarios conservadores y alejándose de los extremistas que le habían ayudado a alcanzar el puesto. Con el nombramiento de Pablo Teleki como presidente del Gobierno, comenzó el fin del periodo contrarrevolucionario y la vuelta a un modelo de gobierno más parecido al de antes de la guerra mundial. En abril de 1921, Esteban Bethlen sustituyó a Teleki. Con su llegada al frente del Consejo de Ministros se inició el periodo de estabilización conservadora que marcó la década. (es)
- La contrarrevolución húngara de 1918-1920 fue un proceso de lucha contra los Gobiernos revolucionarios húngaros surgidos tras la Primera Guerra Mundial que culminó, tras la derrota de la República Soviética Húngara a manos de los ejércitos rumanos, con la toma del poder por parte del movimiento conservador y reaccionario. Se abolió entonces la república volviéndose a instaurar la monarquía que permaneció hasta 1944 en manos de un regente. Una dura represión de los sospechosos de haber sido favorables a los Gobiernos revolucionarios conocida como «terror blanco» se extendió por el país antes de que el nuevo régimen se estabilizase en un remedo del antiguo sistema aristócrata-burgués que había dominado Hungría antes de la guerra mundial. La derrota austrohúngara en la Primera Guerra Mundial llevó a la disolución el Imperio y a la proclamación de la independencia húngara en noviembre de 1918. La alianza de alta nobleza y baja nobleza (funcionarios, oficiales...) con la escasa clase media burguesa había controlado la política, la economía y la sociedad húngaras anteriores a la guerra, y se oponía a los cambios políticos y sociales que pusiesen en peligro este control. La posterior proclamación de la república soviética en marzo de 1919 llevó a un notable exilio de miembros de las clases medias y altas, bien a Austria o a las zonas meridionales bajo ocupación francesa (Szeged). Allí se reunieron con otros refugiados que huían no del Gobierno comunista de Budapest, sino de los territorios arrebatados por los países vecinos. La mayoría pasó a apoyar a los movimientos extremistas de derecha que prometían la recuperación de los territorios perdidos y la vuelta al orden social anterior, en el que muchos de los refugiados habían disfrutado de una posición privilegiada. Mientras que en Szeged el movimiento contrarrevolucionario quedó en manos de la baja nobleza de ideas ultraderechistas, la dirección del vienés pasó a la alta nobleza y a la baja nobleza tradicionalista y reaccionaria del norte y oeste de Hungría. Tanto los contrarrevolucionarios refugiados en Viena como los de Szeged trataron de lograr la intervención armada de la Entente contra el Gobierno socialcomunista de Budapest, en vano. Tras sucesivos fracasos a comienzos de junio, se abandonaron los intentos de establecerse en Hungría pasando desde Austria y la principal actividad contrarrevolucionaria comenzó a desarrollarse desde Szeged. La importancia de Szeged en el movimiento contrarrevolucionario se debía a su situación —cercana a las zonas bajo control rumano y yugoslavo— y a hallarse bajo ocupación militar francesa, fuera del alcance de los ejércitos de los países vecinos, por lo que sirvió de refugio a gran número de desplazados. En mayo la ciudad recibió numerosos refugiados del territorio controlado por la república tras los sucesivos fracasos de los intentos de derrocar a los comunistas y de la creación del aparato de seguridad republicano. Muchos oficiales pasaron de Austria a Szeged en estas fechas. Los franceses mantuvieron una actitud ambigua respecto del Gobierno contrarrevolucionario creado por indicación suya el 5 de mayo de 1919 en Arad presidido por el conde Gyula Károlyi y protegido por sus tropas. El Gobierno se convirtió temporalmente en un agente francés en la región, disponible para sustituir al comunista en caso de su derrota y útil para limitar la influencia de otras potencias en la zona, a la vez que moderaba las aspiraciones de sus teóricos aliados serbios y rumanos. Sin embargo, el escaso tamaño del Ejército Nacional no inquietó a Budapest. Los franceses prohibieron las levas, de manera que el nuevo Ejército hubo de formarse únicamente con voluntarios, que no alcanzaron un número notable, además de excluir prácticamente a los trabajadores, el campesinado y gran parte de la clase media local. El Gobierno que tomó el relevo de Károlyi lo encabezó Dezsö Ábrahám y era más moderado. El exalmirante austrohúngaro Miklós Horthy pasó a dirigir independientemente las tropas, aunque no rompió con el gabinete de Ábrahám formalmente hasta el 9 de agosto. Sus objetivos y sus modos, claramente reaccionarios, hacían que su atractivo se limitase a una clase social restringida: nobleza, baja nobleza, oficiales y funcionarios, especialmente a los refugiados de estas categorías. La escasez de reclutas y la abundancia de oficiales hizo necesaria la formación de unidades formadas únicamente por estos que, a la vez que unidades de elite, también fueron las responsables de gran parte de las atrocidades cometidas por el Ejército. Tras la derrota del Gobierno comunista a manos del ejército rumano el 1 de agosto, el Ejército Nacional se puso en marcha para tratar de ocupar el vacío de poder. Béla Kun había cedido el poder a un Gobierno exclusivamente socialista moderado. Sin el respaldo de los Aliados y sin controlar fuerza armada alguna, cayó a los pocos días ante un golpe de mano de un grupo de contrarrevolucionarios de la capital, encabezados por el exministro de Mihály Károlyi István Friedrich. Este no logró tomar el control del Ejército Nacional, que seguía firmemente en manos de Horthy, al que se nombró comandante en jefe del Ejército, pero al que no logró subordinar. La presión de Horthy y sus partidarios hizo que Friedrich abandonase la presidencia del nuevo Gobierno de coalición, formado por insistencia de los Aliados. Este nuevo gabinete tenía como principal objetivo la celebración de elecciones, en las que ambas fracciones contrarrevolucionarias, la de Friedrich con apoyo de la antigua alta nobleza y la burguesía urbana, y la más radical en torno a Horthy, trataron de alcanzar el poder en el nuevo Parlamento. Con el control del Gobierno y de los cuerpos de seguridad del Estado, la victoria de los partidos de derecha quedó asegurada en las votaciones. Descartada la restauración de los Habsburgo, ante el temor de un golpe de Estado o de una guerra civil, el conde Apponyi retiró su candidatura legitimista a la regencia y, tras duros debates, los dos partidos de la derecha decidieron votar a favor de Horthy. Los más radicales, sin embargo, quedaron pronto desilusionados con el regente, que poco a poco fue acercándose a sus antiguos adversarios conservadores y alejándose de los extremistas que le habían ayudado a alcanzar el puesto. Con el nombramiento de Pablo Teleki como presidente del Gobierno, comenzó el fin del periodo contrarrevolucionario y la vuelta a un modelo de gobierno más parecido al de antes de la guerra mundial. En abril de 1921, Esteban Bethlen sustituyó a Teleki. Con su llegada al frente del Consejo de Ministros se inició el periodo de estabilización conservadora que marcó la década. (es)
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