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- Aunque existen evidencias de presencia humana en la península ibérica desde hace un millón de años –posiblemente llegada a través del estrecho de Gibraltar-, no se puede constatar su asentamiento en la región del cántabra hasta hace 100.000 años, a finales del Paleolítico Inferior. La barrera que formaba la Cordillera Cantábrica fue un factor de aislamiento de la cornisa norte respecto del resto de la Península. edad de los metales El Paleolítico en Cantabria, por tanto, se extendería a lo largo de una estrecha franja costera entre la zona central de la actual Asturias y los Pirineos occidentales, sobrepasando los límites de la actual comunidad autónoma. El Paleolítico se divide en tres etapas:
* Paleolítico Inferior, del 1.500.000 al 100.000 a. C.
* Paleolítico Medio, del 100.000 al 35.000 a. C.
* Paleolítico Superior, del 35.000 al 10.000 a. C. Climáticamente la Prehistoria se caracterizó por la alternancia de períodos cálidos y otros muy fríos, llamados glaciaciones. Aquellos primeros pobladores de Cantabria vivieron en un período interglaciar, con temperaturas templadas –puede que incluso más que las nuestras- y una línea de costa similar a la actual. No han sido hallados restos humanos, aunque sabemos que simultáneamente en otras regiones de Europa vivía el Homo Erectus, uno de los antepasados del ser humano actual. Sí poseemos restos de útiles tallados en piedra (cuarcita u ofita), caso de los bifaces (hachas), hallados en algunas cuevas pero sobre todo en yacimientos al aire libre, posibles gracias a la benignidad del clima. Estos poblamientos se realizaban próximos a la costa y en valles bajos, junto a ríos, habitando chozas construidas con ramas o pieles. En todo caso se trataría de asentamientos eventuales, ya que aquella población se componía de pequeños grupos familiares o de clanes que se trasladarían siguiendo los recursos que les proporcionaba la caza de animales y la recolección de vegetales. En la transición del Paleolítico Inferior al Paleolítico Medio, ocurrida hace unos 95.000 años, se inicia la última glaciación (Würm), prolongada hasta hace unos 10.000 años. Cantabria, al igual que amplias zonas de Europa, sufre un fuerte enfriamiento climático, alterando el entorno natural y trasladando la línea de costa varios kilómetros hacia el interior del mar –a causa del congelamiento de amplios volúmenes de agua-. El entorno ecológico de la Cordillera Cantábrica se caracteriza entonces por la presencia de glaciares y nieves perpetuas, convirtiéndose, ahora con más razón, en una verdadera barrera natural. La primera consecuencia que observamos en las comunidades humanas es la ocupación masiva de cuevas y abrigos naturales –como antes cerca de la costa y en valles bajos-, ahora habitados por una nueva especie, el Neanderthal (del que tampoco nos han llegado restos). Este desarrollará la industria lítica heredada del período anterior, perfeccionando el tallado de instrumentos –puntas, raederas, raspadores, denticulados- dirigidos principalmente a la caza de grandes animales como ciervos, rebecos, caballos, rinocerontes y bóvidos. La preeminencia de la piedra como materia prima no obsta para que también utilizaran otras, caso de la madera, que por su carácter perecedero no han podido llegar hasta nosotros. La dieta cárnica se veía asimismo completada con la recolección de frutas y verduras, aunque llama la atención la escasa presencia de restos de moluscos, lo que indicaría su falta de interés o acceso a los recursos marítimos. Poseemos indicios de la práctica del canibalismo, aunque no sabríamos interpretar si era debida a la escasez de recursos alimenticios o a actividades rituales. Sobre estas últimas conocemos la realización de enterramientos colectivos acompañados de ofrendas a los muertos, indicativas de los rudimentos de una vida espiritual, a la que posiblemente estaban vinculadas las primeras manifestaciones artísticas. El último período Paleolítico, el Paleolítico Superior, se inició hace 35.000 años, y se prolongó hasta el final de la última glaciación, hace 10.000. En el asistimos a la extinción del Neanderthal y su sustitución por el Homo Sapiens Sapiens, impulsor de un importante avance tecnológico y cultural que significó el cénit cultural del Paleolítico. Este desarrollo tiene su correspondencia en el aumento demográfico, que posibilita la expansión humana hacia espacios antes deshabitados, caso de los valles medios de la región. Da lugar a una ocupación masiva de cuevas que ahora aparecen mejor acondicionadas y compartimentadas para distintos usos, en un entorno natural que continúa las pautas glaciares. Igualmente asistimos a una evolución y mayor especialización de la industria lítica, junto a la de huesos (arpones) y astas, proliferando, al lado de armas y útiles (azagayas), piezas decorativas y simbólicas (caso de los famosos bastones de mando). La organización social gana en complejidad, generando una división del trabajo que posibilita la especialización en diferentes tareas, así como asentamientos más extensos y duraderos. Su alimentación provenía de la caza de gran variedad de especies, debida a la diversidad de medios ecológicos de que disfrutaba la región cantábrica; así, a ciervos, caballos y cabras se suman otras como renos, bisontes o mamuts, típicos de climas fríos (de todos ellos extraen carne, pieles, huesos y astas). Su caza en grupo nos indica la existencia de un alto nivel organizativo, en un momento en el que el aumento de población empuja a una intensa explotación de los recursos. A esta dieta se unen, nuevamente, vegetales recolectados, así como algunos animales marinos. Podemos afirmar que el desarrollo de las culturas del Paleolítico Superior en Cantabria estuvo al nivel de sus homólogas europeas, gracias a la combinación de diversidad ecológica y abundancia de cavidades naturales, constituyendo un verdadero filón arqueológico. Contamos por ello con un patrimonio de valor incalculable, repartido por una infinidad de cuevas en las que se ven representadas todas las fases del Paleolítico Superior: Châtelperroniense, Auriñaciense, Solutrense y Magdaleniense. (es)
- Aunque existen evidencias de presencia humana en la península ibérica desde hace un millón de años –posiblemente llegada a través del estrecho de Gibraltar-, no se puede constatar su asentamiento en la región del cántabra hasta hace 100.000 años, a finales del Paleolítico Inferior. La barrera que formaba la Cordillera Cantábrica fue un factor de aislamiento de la cornisa norte respecto del resto de la Península. edad de los metales El Paleolítico en Cantabria, por tanto, se extendería a lo largo de una estrecha franja costera entre la zona central de la actual Asturias y los Pirineos occidentales, sobrepasando los límites de la actual comunidad autónoma. El Paleolítico se divide en tres etapas:
* Paleolítico Inferior, del 1.500.000 al 100.000 a. C.
* Paleolítico Medio, del 100.000 al 35.000 a. C.
* Paleolítico Superior, del 35.000 al 10.000 a. C. Climáticamente la Prehistoria se caracterizó por la alternancia de períodos cálidos y otros muy fríos, llamados glaciaciones. Aquellos primeros pobladores de Cantabria vivieron en un período interglaciar, con temperaturas templadas –puede que incluso más que las nuestras- y una línea de costa similar a la actual. No han sido hallados restos humanos, aunque sabemos que simultáneamente en otras regiones de Europa vivía el Homo Erectus, uno de los antepasados del ser humano actual. Sí poseemos restos de útiles tallados en piedra (cuarcita u ofita), caso de los bifaces (hachas), hallados en algunas cuevas pero sobre todo en yacimientos al aire libre, posibles gracias a la benignidad del clima. Estos poblamientos se realizaban próximos a la costa y en valles bajos, junto a ríos, habitando chozas construidas con ramas o pieles. En todo caso se trataría de asentamientos eventuales, ya que aquella población se componía de pequeños grupos familiares o de clanes que se trasladarían siguiendo los recursos que les proporcionaba la caza de animales y la recolección de vegetales. En la transición del Paleolítico Inferior al Paleolítico Medio, ocurrida hace unos 95.000 años, se inicia la última glaciación (Würm), prolongada hasta hace unos 10.000 años. Cantabria, al igual que amplias zonas de Europa, sufre un fuerte enfriamiento climático, alterando el entorno natural y trasladando la línea de costa varios kilómetros hacia el interior del mar –a causa del congelamiento de amplios volúmenes de agua-. El entorno ecológico de la Cordillera Cantábrica se caracteriza entonces por la presencia de glaciares y nieves perpetuas, convirtiéndose, ahora con más razón, en una verdadera barrera natural. La primera consecuencia que observamos en las comunidades humanas es la ocupación masiva de cuevas y abrigos naturales –como antes cerca de la costa y en valles bajos-, ahora habitados por una nueva especie, el Neanderthal (del que tampoco nos han llegado restos). Este desarrollará la industria lítica heredada del período anterior, perfeccionando el tallado de instrumentos –puntas, raederas, raspadores, denticulados- dirigidos principalmente a la caza de grandes animales como ciervos, rebecos, caballos, rinocerontes y bóvidos. La preeminencia de la piedra como materia prima no obsta para que también utilizaran otras, caso de la madera, que por su carácter perecedero no han podido llegar hasta nosotros. La dieta cárnica se veía asimismo completada con la recolección de frutas y verduras, aunque llama la atención la escasa presencia de restos de moluscos, lo que indicaría su falta de interés o acceso a los recursos marítimos. Poseemos indicios de la práctica del canibalismo, aunque no sabríamos interpretar si era debida a la escasez de recursos alimenticios o a actividades rituales. Sobre estas últimas conocemos la realización de enterramientos colectivos acompañados de ofrendas a los muertos, indicativas de los rudimentos de una vida espiritual, a la que posiblemente estaban vinculadas las primeras manifestaciones artísticas. El último período Paleolítico, el Paleolítico Superior, se inició hace 35.000 años, y se prolongó hasta el final de la última glaciación, hace 10.000. En el asistimos a la extinción del Neanderthal y su sustitución por el Homo Sapiens Sapiens, impulsor de un importante avance tecnológico y cultural que significó el cénit cultural del Paleolítico. Este desarrollo tiene su correspondencia en el aumento demográfico, que posibilita la expansión humana hacia espacios antes deshabitados, caso de los valles medios de la región. Da lugar a una ocupación masiva de cuevas que ahora aparecen mejor acondicionadas y compartimentadas para distintos usos, en un entorno natural que continúa las pautas glaciares. Igualmente asistimos a una evolución y mayor especialización de la industria lítica, junto a la de huesos (arpones) y astas, proliferando, al lado de armas y útiles (azagayas), piezas decorativas y simbólicas (caso de los famosos bastones de mando). La organización social gana en complejidad, generando una división del trabajo que posibilita la especialización en diferentes tareas, así como asentamientos más extensos y duraderos. Su alimentación provenía de la caza de gran variedad de especies, debida a la diversidad de medios ecológicos de que disfrutaba la región cantábrica; así, a ciervos, caballos y cabras se suman otras como renos, bisontes o mamuts, típicos de climas fríos (de todos ellos extraen carne, pieles, huesos y astas). Su caza en grupo nos indica la existencia de un alto nivel organizativo, en un momento en el que el aumento de población empuja a una intensa explotación de los recursos. A esta dieta se unen, nuevamente, vegetales recolectados, así como algunos animales marinos. Podemos afirmar que el desarrollo de las culturas del Paleolítico Superior en Cantabria estuvo al nivel de sus homólogas europeas, gracias a la combinación de diversidad ecológica y abundancia de cavidades naturales, constituyendo un verdadero filón arqueológico. Contamos por ello con un patrimonio de valor incalculable, repartido por una infinidad de cuevas en las que se ven representadas todas las fases del Paleolítico Superior: Châtelperroniense, Auriñaciense, Solutrense y Magdaleniense. (es)
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