La Virgen del Prado es una advocación mariana que se venera en Ciudad Real (Castilla-La Mancha, España), de la cual es patrona. Se trata de una imagen barroca, de escuela valenciana, tallada en madera policromada por los escultores levantinos y . Es muy interesante el historial de la Imagen de la Santísima Virgen del Prado relatado por escritores de distintas épocas. Antiguos documentos hallados en los archivos parroquiales de Santa María del Prado (Ciudad Real) y en los de Velilla de Jiloca (Zaragoza), testifican la veracidad de esta leyenda. "A Pamplona se dirige Mosen Ramón satisfecho

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  • La Virgen del Prado es una advocación mariana que se venera en Ciudad Real (Castilla-La Mancha, España), de la cual es patrona. Se trata de una imagen barroca, de escuela valenciana, tallada en madera policromada por los escultores levantinos y . Es muy interesante el historial de la Imagen de la Santísima Virgen del Prado relatado por escritores de distintas épocas. Antiguos documentos hallados en los archivos parroquiales de Santa María del Prado (Ciudad Real) y en los de Velilla de Jiloca (Zaragoza), testifican la veracidad de esta leyenda. No se sabe que autor alguno haya tratado históricamente el origen de la venerada imagen de la Virgen del Prado, hasta bien entrado el último tercio del siglo XVI, siendo la narración más antigua la del licenciado, don Juan de Mendoza y Porras, en su obra "Relación e Historia del Hallazgo y Aparición de Nuestra Señora Santa María del Prado". Fuente de donde han bebido la mayoría de los historiadores de nuestra Patrona, y la piedra fundamental en la que todos estriban sus escritos, firmemente documentada y fundamentada en la tradición verdadera. Antiguos escritos confirman que la "Relación", original y firmada del mismo Mendoza, estuvo muchos años en poder de la Cofradía de Nuestra Señora y después en el archivo parroquial de Santa María del Prado hasta que la entregaron al historiador Fray Diego de Jesús y María Fernández, natural de Ciudad Real y Prior del Convento de Carmelitas descalzos de esta ciudad, el cual sacó una copia lujosa, que puso con su original en el citado archivo parroquial, testimoniada por el notario público apostólico don Cristóbal Roos y Sotomayor. En el año 1650, el citado carmelita, Fray Diego de Jesús, dio publicidad al manuscrito del licenciado Mendoza y Porras y a las tradiciones de Ciudad Real y Velilla en su documentada "Historia de la Imagen Sacratísima de Nuestra Señora del Prado", obra impresa en Madrid, en la imprenta real de Teresa Junti. Según estos historiadores, allá por el año 1013, Mosen Ramón Floraz, caballero aragonés, gran servidor y privado del rey don Sancho el Mayor, de Navarra, al llegar a las cercanías de Velilla de Jiloca, lugar de Aragón, el caballo en donde venía, se le hundió una pata junto a una fuente en donde había llegado a beber. Queriendo Mosen Ramón ayudar a su brioso corcel, vio cómo el caballo con sus patas había dejado ha descubierto un gran hueco. Extrañado el caballero, quitando con su daga las piedras de alrededor descubrió una gran cueva como edificio antiguo. Atraído por la curiosidad penetró en el subterráneo encontrándose, en un nicho en la pared, una preciosa imagen de la Virgen María, sentada a forma de matrona romana, con un Niño sobra las rodillas y con un pergamino escrito en latín antiquísimo en donde se decía qué imagen era aquella y en qué tiempo se había puesto en aquel lugar. Se trataba de la imagen de la Virgen de los Torneos que había sido soterrada, tres siglos antes, por devotos cristianos, para librarla de la invasión agarena. Con la admiración natural por el feliz hallazgo, postrado de rodillas en fervorosa oración, nuestro afortunado caballero estuvo un buen rato sin atreverse a tomar la venerada Imagen. Repuesto, y considerando que el suceso no carecía de misterio, y movido, quizás, por una gracia celestial, determinó sacar la imagen de aquel lugar y llevarla al rey don Sancho, su señor, por considerar estaría más reverenciada en el poder del Monarca. Sacó Fioraz la santa efigie lo mejor que pudo y la puso encima de su caballo con intención de dirigirse hacia Velilla y preparar allí su viaje. El caballo se niega a caminar en esta dirección, no sirviendo de nada ni las espuelas del caballero, ni la fusta que maneja con la diestra. Ante el temor de que con el castigo se encabrite el noble animal y ocasione a la imagen algún mal, lo deja en plena libertad, y entonces, manso el corcel, conduce al caballero hacia un lugar llamado Daroca en donde manda construir una valiosa caja que sirva de estuche a tan preciada joya y poderla así transportar con más decoro y comodidad. Grandes dificultades tiene que vencer nuestro caballero antes de llegar a Navarra. Por los caminos más recónditos atraviesa tierra de moros siempre con el temor de encontrarse en algún lance en el que pudiera perder su divino tesoro. Gracias a la protección del cielo llega felizmente a campamento cristiano y desde allí envía a su rey un emisario con el anuncio del feliz acontecimiento. Con mucha alegría recibe don Sancho la grata noticia y se prepara con gran regocijo el recibimiento a la Excelsa Soberana. Suceso relatado por el antiguo alcalde y gobernador civil de Ciudad Real, Agustín Salido y Estrada en su "Historia de Nuestra Venerada Patrona" escrita en romance, en los versos siguientes: "A Pamplona se dirige Mosen Ramón satisfecho de que el cristiano Monarca ha de recibir su encuentro, con finas demostraciones, y el más cariñoso afecto. Y así fue: grandes mercedes dióle el rey al caballero, cuando con toda su corte salió avisado, hacia el Ebro, yendo a Pamplona, Navarra, por ver tal recibimiento. Entró en Pamplona la imagen en hombros del alto clero, y precedida de músicas, y de nobles y de pueblo, y de cruces parroquiales, y de tropas y de concejos, cerrando la comitiva don Sancho empuñando el cetro. Llegó a palacio la Virgen, y el rey dando fin al rezo, prosternado ante la Imagen hízole así acatamiento: Señora, la de mi casa seréis desde este momento Vos dirigiréis mis pasos Vos me prestaréis consejo, Vos daréis fuerza a mi Trono y fuerzas a mis mandamientos, y Vos, en fin, a mi espíritu os lo llevaréis al cielo. No saldréis de mi casa, os lo jura el caballero: y lo ofrecido lo mando a mis hijos y a mis nietos". Los reyes cristianos, al heredar la corona real y demás atributos reales de sus mayores, recibían, al mismo tiempo, la imagen santísima de la Virgen llamada entonces Nuestra Señora de los Reyes, que era venerada en los oratorios reales. A la muerte de don Sancho, hereda la Santa Imagen su hijo don Fernando, primer rey castellano, quien la lleva a su corte de Burgos. Mucho debe este Monarca a la protección de la Virgen del Prado. Cuando Alfonso VI ocupa el trono de Castilla, después de la Jura de Santa Gadea, realiza, de triunfo en triunfo, varias empresas guerreras contra los infieles, llevando consigo la venerada imagen, llamada entonces la Virgen de las Batallas.El rey castellano, como dice Fray Diego de Jesús, "intentó más conquistas de ciudades y reinos, no con la ambición o avaricia de añadirlos a su corona, sino con piadoso celo de volverlos a introducir a la religión cristiana, sacándolos de la tiranía de los moros". Así sucedió con la nobilísima ciudad de Toledo, empresa de las más gloriosas y célebres de aquella época. Triunfante, prosigue el padre carmelita, entró el rey en Toledo con la imagen de la virgen y sus soldados, los cuales iban haciendo amorosas salvas a la protectora de sus armas. En hombros de príncipes cristianos, en medio de los batallones victoriosos y seguida de ocho obispos, encargados de rendirle culto, entró la Santísima Virgen en la imperial ciudad del Tajo. Al cristiano monarca le valió esta victoria el título de Conquistador y a la Soberana Señora el de Fundadora y Restauradora de las dos Castillas; glorioso homenaje bien merecido, ya que el reino de la vieja Castilla salió debajo del manto protector de esta santa imagen, y el núcleo de Castilla la Nueva, la imperial Toledo, salió también de los usurpadores, a la vista y con el reflejo celestial de la misma señora, María Santísima del Prado. (es)
  • La Virgen del Prado es una advocación mariana que se venera en Ciudad Real (Castilla-La Mancha, España), de la cual es patrona. Se trata de una imagen barroca, de escuela valenciana, tallada en madera policromada por los escultores levantinos y . Es muy interesante el historial de la Imagen de la Santísima Virgen del Prado relatado por escritores de distintas épocas. Antiguos documentos hallados en los archivos parroquiales de Santa María del Prado (Ciudad Real) y en los de Velilla de Jiloca (Zaragoza), testifican la veracidad de esta leyenda. No se sabe que autor alguno haya tratado históricamente el origen de la venerada imagen de la Virgen del Prado, hasta bien entrado el último tercio del siglo XVI, siendo la narración más antigua la del licenciado, don Juan de Mendoza y Porras, en su obra "Relación e Historia del Hallazgo y Aparición de Nuestra Señora Santa María del Prado". Fuente de donde han bebido la mayoría de los historiadores de nuestra Patrona, y la piedra fundamental en la que todos estriban sus escritos, firmemente documentada y fundamentada en la tradición verdadera. Antiguos escritos confirman que la "Relación", original y firmada del mismo Mendoza, estuvo muchos años en poder de la Cofradía de Nuestra Señora y después en el archivo parroquial de Santa María del Prado hasta que la entregaron al historiador Fray Diego de Jesús y María Fernández, natural de Ciudad Real y Prior del Convento de Carmelitas descalzos de esta ciudad, el cual sacó una copia lujosa, que puso con su original en el citado archivo parroquial, testimoniada por el notario público apostólico don Cristóbal Roos y Sotomayor. En el año 1650, el citado carmelita, Fray Diego de Jesús, dio publicidad al manuscrito del licenciado Mendoza y Porras y a las tradiciones de Ciudad Real y Velilla en su documentada "Historia de la Imagen Sacratísima de Nuestra Señora del Prado", obra impresa en Madrid, en la imprenta real de Teresa Junti. Según estos historiadores, allá por el año 1013, Mosen Ramón Floraz, caballero aragonés, gran servidor y privado del rey don Sancho el Mayor, de Navarra, al llegar a las cercanías de Velilla de Jiloca, lugar de Aragón, el caballo en donde venía, se le hundió una pata junto a una fuente en donde había llegado a beber. Queriendo Mosen Ramón ayudar a su brioso corcel, vio cómo el caballo con sus patas había dejado ha descubierto un gran hueco. Extrañado el caballero, quitando con su daga las piedras de alrededor descubrió una gran cueva como edificio antiguo. Atraído por la curiosidad penetró en el subterráneo encontrándose, en un nicho en la pared, una preciosa imagen de la Virgen María, sentada a forma de matrona romana, con un Niño sobra las rodillas y con un pergamino escrito en latín antiquísimo en donde se decía qué imagen era aquella y en qué tiempo se había puesto en aquel lugar. Se trataba de la imagen de la Virgen de los Torneos que había sido soterrada, tres siglos antes, por devotos cristianos, para librarla de la invasión agarena. Con la admiración natural por el feliz hallazgo, postrado de rodillas en fervorosa oración, nuestro afortunado caballero estuvo un buen rato sin atreverse a tomar la venerada Imagen. Repuesto, y considerando que el suceso no carecía de misterio, y movido, quizás, por una gracia celestial, determinó sacar la imagen de aquel lugar y llevarla al rey don Sancho, su señor, por considerar estaría más reverenciada en el poder del Monarca. Sacó Fioraz la santa efigie lo mejor que pudo y la puso encima de su caballo con intención de dirigirse hacia Velilla y preparar allí su viaje. El caballo se niega a caminar en esta dirección, no sirviendo de nada ni las espuelas del caballero, ni la fusta que maneja con la diestra. Ante el temor de que con el castigo se encabrite el noble animal y ocasione a la imagen algún mal, lo deja en plena libertad, y entonces, manso el corcel, conduce al caballero hacia un lugar llamado Daroca en donde manda construir una valiosa caja que sirva de estuche a tan preciada joya y poderla así transportar con más decoro y comodidad. Grandes dificultades tiene que vencer nuestro caballero antes de llegar a Navarra. Por los caminos más recónditos atraviesa tierra de moros siempre con el temor de encontrarse en algún lance en el que pudiera perder su divino tesoro. Gracias a la protección del cielo llega felizmente a campamento cristiano y desde allí envía a su rey un emisario con el anuncio del feliz acontecimiento. Con mucha alegría recibe don Sancho la grata noticia y se prepara con gran regocijo el recibimiento a la Excelsa Soberana. Suceso relatado por el antiguo alcalde y gobernador civil de Ciudad Real, Agustín Salido y Estrada en su "Historia de Nuestra Venerada Patrona" escrita en romance, en los versos siguientes: "A Pamplona se dirige Mosen Ramón satisfecho de que el cristiano Monarca ha de recibir su encuentro, con finas demostraciones, y el más cariñoso afecto. Y así fue: grandes mercedes dióle el rey al caballero, cuando con toda su corte salió avisado, hacia el Ebro, yendo a Pamplona, Navarra, por ver tal recibimiento. Entró en Pamplona la imagen en hombros del alto clero, y precedida de músicas, y de nobles y de pueblo, y de cruces parroquiales, y de tropas y de concejos, cerrando la comitiva don Sancho empuñando el cetro. Llegó a palacio la Virgen, y el rey dando fin al rezo, prosternado ante la Imagen hízole así acatamiento: Señora, la de mi casa seréis desde este momento Vos dirigiréis mis pasos Vos me prestaréis consejo, Vos daréis fuerza a mi Trono y fuerzas a mis mandamientos, y Vos, en fin, a mi espíritu os lo llevaréis al cielo. No saldréis de mi casa, os lo jura el caballero: y lo ofrecido lo mando a mis hijos y a mis nietos". Los reyes cristianos, al heredar la corona real y demás atributos reales de sus mayores, recibían, al mismo tiempo, la imagen santísima de la Virgen llamada entonces Nuestra Señora de los Reyes, que era venerada en los oratorios reales. A la muerte de don Sancho, hereda la Santa Imagen su hijo don Fernando, primer rey castellano, quien la lleva a su corte de Burgos. Mucho debe este Monarca a la protección de la Virgen del Prado. Cuando Alfonso VI ocupa el trono de Castilla, después de la Jura de Santa Gadea, realiza, de triunfo en triunfo, varias empresas guerreras contra los infieles, llevando consigo la venerada imagen, llamada entonces la Virgen de las Batallas.El rey castellano, como dice Fray Diego de Jesús, "intentó más conquistas de ciudades y reinos, no con la ambición o avaricia de añadirlos a su corona, sino con piadoso celo de volverlos a introducir a la religión cristiana, sacándolos de la tiranía de los moros". Así sucedió con la nobilísima ciudad de Toledo, empresa de las más gloriosas y célebres de aquella época. Triunfante, prosigue el padre carmelita, entró el rey en Toledo con la imagen de la virgen y sus soldados, los cuales iban haciendo amorosas salvas a la protectora de sus armas. En hombros de príncipes cristianos, en medio de los batallones victoriosos y seguida de ocho obispos, encargados de rendirle culto, entró la Santísima Virgen en la imperial ciudad del Tajo. Al cristiano monarca le valió esta victoria el título de Conquistador y a la Soberana Señora el de Fundadora y Restauradora de las dos Castillas; glorioso homenaje bien merecido, ya que el reino de la vieja Castilla salió debajo del manto protector de esta santa imagen, y el núcleo de Castilla la Nueva, la imperial Toledo, salió también de los usurpadores, a la vista y con el reflejo celestial de la misma señora, María Santísima del Prado. (es)
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  • La Virgen del Prado es una advocación mariana que se venera en Ciudad Real (Castilla-La Mancha, España), de la cual es patrona. Se trata de una imagen barroca, de escuela valenciana, tallada en madera policromada por los escultores levantinos y . Es muy interesante el historial de la Imagen de la Santísima Virgen del Prado relatado por escritores de distintas épocas. Antiguos documentos hallados en los archivos parroquiales de Santa María del Prado (Ciudad Real) y en los de Velilla de Jiloca (Zaragoza), testifican la veracidad de esta leyenda. "A Pamplona se dirige Mosen Ramón satisfecho (es)
  • La Virgen del Prado es una advocación mariana que se venera en Ciudad Real (Castilla-La Mancha, España), de la cual es patrona. Se trata de una imagen barroca, de escuela valenciana, tallada en madera policromada por los escultores levantinos y . Es muy interesante el historial de la Imagen de la Santísima Virgen del Prado relatado por escritores de distintas épocas. Antiguos documentos hallados en los archivos parroquiales de Santa María del Prado (Ciudad Real) y en los de Velilla de Jiloca (Zaragoza), testifican la veracidad de esta leyenda. "A Pamplona se dirige Mosen Ramón satisfecho (es)
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  • Nuestra Señora del Prado (Ciudad Real) (es)
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