Jack el Destripador destaca en muchos trabajos de ficción, los cuales en líneas generales sobrepasan las fronteras entre realidad y fantasía, pues incluso en obras creativas y noveladas hasta se han utilizado cartas supuestamente escritas por este sombrío personaje del siglo XIX, y también se han presentado escritos con apariencia de ensayos que debido a sus falencias de referencias o incluso a la utilización de fuentes inexistentes, más se parecen a creaciones de ficción que a escritos académicos serios. Ampliación de información: El ex policía menciona un artículo del periódico New York Sun de fecha febrero 6 de 1889, donde se informa acerca de una secuencia de crímenes similares a los del Destripador, y ocurridos en 1889 en Managua (Nicaragua), señalando a Carl Feigenbaum como posible

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  • Jack el Destripador destaca en muchos trabajos de ficción, los cuales en líneas generales sobrepasan las fronteras entre realidad y fantasía, pues incluso en obras creativas y noveladas hasta se han utilizado cartas supuestamente escritas por este sombrío personaje del siglo XIX, y también se han presentado escritos con apariencia de ensayos que debido a sus falencias de referencias o incluso a la utilización de fuentes inexistentes, más se parecen a creaciones de ficción que a escritos académicos serios. Ampliación de información: El ex policía menciona un artículo del periódico New York Sun de fecha febrero 6 de 1889, donde se informa acerca de una secuencia de crímenes similares a los del Destripador, y ocurridos en 1889 en Managua (Nicaragua), señalando a Carl Feigenbaum como posible culpable. Concretamente y de acuerdo a dicha versión, seis prostitutas habrían resultado ultimadas y mutiladas en esa ciudad centroamericana. Curiosamente, tres años antes de salir a luz el libro del citado investigador británico, el escritor y periodista nicaragüense publicó una novela que tuvo por protagonista a Jack el Destripador en Nicaragua, precisamente perpetrando esa serie de asesinatos de mujeres; la diferencia en esta novela fincaba en que el Ripper no estaba encarnado en esa ficción por Carl Feigenbaum, sino por el también sospechoso Francis Tumblety. Empero, incluso esta posibilidad devino objeto de críticas. Al respecto Wolf Vanderlinden oportunamente resaltó que Trevor Marriott no pudo hallar prueba alguna sobre la existencia de las alegadas muertes en Managua, y que el propio periódico que inicialmente propaló esa información se retractó luego admitiendo haber recibido datos falsos. Asimismo, el correspondiente perfil del llamado asesino de Witechapel ha sido retomado una y otra vez en novelas, cuentos cortos, caricaturas, canciones, poemas, juegos, obras teatrales, películas, y hasta en la ópera de 1937 titulada Lulú, de Alban Berg;​ así, se ha incursionado en obras claramente de ficción o en representaciones artísticas, aunque con una base real e histórica, o al menos con la intención de presentar una pintura histórica relativamente representativa que ofrezca una visión verosímil de una determina época y de un determinado lugar (en este caso los bajos fondos londinenses de fines de la época victoriana), de forma que de alguna manera allí se refleje una cosmovisión realista e incluso costumbrista de su sistema de valores y de creencias, y/o de su particular realidad social.​ Indudablemente, el caso de los 'asesinatos de Whitechapel' ya desde los inicios fue abundantemente tratado por la prensa de la época, tal vez con un sesgo poco profesional y con cierta tendencia a la exageración y a la novelización y al sensacionalismo,​​​ lo que por lógica tuvo un fuerte impacto sobre la opinión pública. Y este interés mediático y público se mantuvo en el tiempo, llegando hasta nuestros días, muy posiblemente porque el caso fue tomado como emblemático de asesinatos en serie supuestamente realizados por un único asesino psicótico, el que además y por añadidura nunca pudo ser identificado. Entre muchas cosas, llama la atención el gran número de sospechosos que en su momento fueron señalados e indagados por la policía, así como las varias denuncias realizadas por simples ciudadanos y que resultaron ser más o menos fantasiosas.​ Pero además, fue tal el impacto que los asesinatos de Whitechapel tuvieron tanto dentro como fuera de las fronteras de Inglaterra, y tales las falencias así puestas de manifiesto en las investigaciones policiales, que ello posiblemente se constituyó junto con los avances científico-técnicos, en una de las razones que repercutió a breve plazo en una mejora notoria de las bases de la criminología tanto a nivel teórico como práctico.​​​​ Conviene también señalar que en octubre de 1888, o sea poco tiempo después de acontecidos los primeros asesinatos, fue publicada la novela gótica The Curse Upon Mitre Square,​ escrita por , cuya trama aborda primordialmente el asesinato de Catherine Eddowes en Mitre Square. Asimismo, la obra In Darkest London​ de Margaret Harkness (seudónimo John Law),​ publicada justo al año siguiente bajo la firma de «John Law», describe a Jack como un matarife no judío que se ocultaba entre la comunidad judía de la región del East End, en Londres. A rasgos generales, las historias del Destripador de Londres por cierto también consiguieron atraer la atención internacional, y por ejemplo ya en 1892 se lanzó una antología de cuentos cortos en idioma sueco titulada Uppskäraren​​ (en español «El destripador») compilada por Adolf Paul, aunque sin embargo la distribución de la misma fue suprimida a últimas instancias por las autoridades rusas de la época y por razones no bien explicadas (tal vez por temor a alarma pública). Por su parte, pastiches en español o traducidos al español, y vinculados con o basados en Jack El Destripador, sin duda existen unos cuantos y pueden ser considerados como «divertidas ficciones o juegos al mejor estilo Sherlock Holmes».​​​ La primera historia tal vez verdaderamente influyente e impactante sobre este tipo de crímenes, «The Lodger», fue escrita por Marie Belloc Lowndes, siendo publicada en la revista McClure's Magazine en 1911 y novelizada un par de años después, en 1913. En esta historia, una pareja de Londres, los Bunting, sospechan que su inquilino, un tal Sleuth, es un asesino misterioso conocido como «El Vengador», personaje que está claramente basado en la imagen del Destripador. Si bien no se da a conocer al final de la narración si Sleuth es realmente El Vengador, el enfoque de este cuento corto radica en el terror psicológico de los Bunting, el cual podría ser enteramente infundado, más allá de la veracidad en torno a la verdadera identidad de Sleuth. En 1927, «The Lodger» inspiró el largometraje del cineasta Alfred Hitchcock titulado The Lodger: A Story of the London Fog. En la época contemporánea se han grabado un total de cuatro adaptaciones adicionales, tomando todas ellas como referencia la historia original de Lowndes.​ En 1926, propuso, en un artículo publicado en una revista, que Jack había sido alguna vez un doctor eminente, cuyo hijo murió de sífilis a causa de su relación con una prostituta. De acuerdo a su teoría, el "doctor", bajo el alias de «Dr. Stanley», cometió los asesinatos a manera de venganza y huyó después de esto hacia Argentina. Más tarde, en 1929, Matters expandió sus ideas en forma de un libro titulado The Mystery of Jack the Ripper; y tras su publicación, fue señalado como objeto de análisis por parte de académicos, aunque luego se evidenció que contenía errores de objetividad, además de que la bibliografía que supuestamente sustenta su contenido jamás fue localizada (por lo que bien cabría suponer que la misma fue un invento). De todas maneras, el material mencionado inspiró otras obras de ficción tales como las películas Murder Most Foul (1964) y Jack the Ripper (1959).​​​​ El libro de Jonathan Goodman titulado Who He? (1984)​ también se encuentra escrito al estilo de un estudio objetivo; sin embargo, el sospechoso mencionado en el texto, un tal «Peter J Harpick», se trata en realidad de un término usado a manera de anagrama de «Jack the Ripper» (en español, «Jack el Destripador»). La historia corta «Yours Truly, Jack the Ripper», de Robert Bloch (publicada en la colección Weird Tales en 1943), describe al «Destripador de Whitechapel» como un ser inmortal que debe realizar sacrificios humanos para garantizar la vida eterna. Décadas después, en los años 1960, se realizó una adaptación doble (una para radio en el programa radiofónico Stay Tuned for Terror, y la otra para televisión bajo el formato de un episodio de la serie Thriller). Asimismo, la antología de ciencia-ficción Dangerous Visions (1967) incorporó un relato inédito sobre el homicida, de autoría de Robert Bloch, titulado «A Toy for Juliette», además de una continuación oficial para la misma por parte de Harlan Ellison, la cual pasó a denominarse «». Otras obras de Robert Bloch incluyen The Will to Kill​ (1954) y Night of the Ripper​ (1984). Además de los anteriores, los siguientes relatos se basaron en la mitología del asesino Jack: A Case to Answer (1947) de ; The Screaming Mimi (1949) de Fredric Brown; Terror Over London (1957) de Gardner Fox; Ritual in the Dark (1960) y The Killer (1970), ambos de Colin Wilson; Sagittarius (1962) de ; A Feast Unknown (1969) de Philip José Farmer; A Kind of Madness (1972) de ; Nine Bucks Row (1973) de ; The Michaelmas Girls (1975) de ; Jack's Little Friend (1975) de Ramsey Campbell; By Flower and Dean Street (1976) de ; The Last Sherlock Holmes Story (1979) de ; The Private Life of Jack the Ripper (1980) de ; White Chappell, Scarlet Tracings (1987) de Iain Sinclair; Anno Dracula (1992) de Kim Newman; A Night in the Lonesome October (1993) de Roger Zelazny; Ladykiller (1993) de ; Savage (1993) de Richard Laymon; The Pit (1993) de ; Dan Leno and the Limehouse Golem (1994) de Peter Ackroyd; Pentecost Alley (1996) de Anne Perry; Matrix (1998) de y .​ De manera más reciente, ​ ha hecho uso de los asesinatos del Destripador de Londres en su novela Sinistrari: A Dark Tale of Victorian Horror and Murder,​ en la cual incluye detallados textos sobre sus víctimas y los principales sospechosos. (es)
  • Jack el Destripador destaca en muchos trabajos de ficción, los cuales en líneas generales sobrepasan las fronteras entre realidad y fantasía, pues incluso en obras creativas y noveladas hasta se han utilizado cartas supuestamente escritas por este sombrío personaje del siglo XIX, y también se han presentado escritos con apariencia de ensayos que debido a sus falencias de referencias o incluso a la utilización de fuentes inexistentes, más se parecen a creaciones de ficción que a escritos académicos serios. Ampliación de información: El ex policía menciona un artículo del periódico New York Sun de fecha febrero 6 de 1889, donde se informa acerca de una secuencia de crímenes similares a los del Destripador, y ocurridos en 1889 en Managua (Nicaragua), señalando a Carl Feigenbaum como posible culpable. Concretamente y de acuerdo a dicha versión, seis prostitutas habrían resultado ultimadas y mutiladas en esa ciudad centroamericana. Curiosamente, tres años antes de salir a luz el libro del citado investigador británico, el escritor y periodista nicaragüense publicó una novela que tuvo por protagonista a Jack el Destripador en Nicaragua, precisamente perpetrando esa serie de asesinatos de mujeres; la diferencia en esta novela fincaba en que el Ripper no estaba encarnado en esa ficción por Carl Feigenbaum, sino por el también sospechoso Francis Tumblety. Empero, incluso esta posibilidad devino objeto de críticas. Al respecto Wolf Vanderlinden oportunamente resaltó que Trevor Marriott no pudo hallar prueba alguna sobre la existencia de las alegadas muertes en Managua, y que el propio periódico que inicialmente propaló esa información se retractó luego admitiendo haber recibido datos falsos. Asimismo, el correspondiente perfil del llamado asesino de Witechapel ha sido retomado una y otra vez en novelas, cuentos cortos, caricaturas, canciones, poemas, juegos, obras teatrales, películas, y hasta en la ópera de 1937 titulada Lulú, de Alban Berg;​ así, se ha incursionado en obras claramente de ficción o en representaciones artísticas, aunque con una base real e histórica, o al menos con la intención de presentar una pintura histórica relativamente representativa que ofrezca una visión verosímil de una determina época y de un determinado lugar (en este caso los bajos fondos londinenses de fines de la época victoriana), de forma que de alguna manera allí se refleje una cosmovisión realista e incluso costumbrista de su sistema de valores y de creencias, y/o de su particular realidad social.​ Indudablemente, el caso de los 'asesinatos de Whitechapel' ya desde los inicios fue abundantemente tratado por la prensa de la época, tal vez con un sesgo poco profesional y con cierta tendencia a la exageración y a la novelización y al sensacionalismo,​​​ lo que por lógica tuvo un fuerte impacto sobre la opinión pública. Y este interés mediático y público se mantuvo en el tiempo, llegando hasta nuestros días, muy posiblemente porque el caso fue tomado como emblemático de asesinatos en serie supuestamente realizados por un único asesino psicótico, el que además y por añadidura nunca pudo ser identificado. Entre muchas cosas, llama la atención el gran número de sospechosos que en su momento fueron señalados e indagados por la policía, así como las varias denuncias realizadas por simples ciudadanos y que resultaron ser más o menos fantasiosas.​ Pero además, fue tal el impacto que los asesinatos de Whitechapel tuvieron tanto dentro como fuera de las fronteras de Inglaterra, y tales las falencias así puestas de manifiesto en las investigaciones policiales, que ello posiblemente se constituyó junto con los avances científico-técnicos, en una de las razones que repercutió a breve plazo en una mejora notoria de las bases de la criminología tanto a nivel teórico como práctico.​​​​ Conviene también señalar que en octubre de 1888, o sea poco tiempo después de acontecidos los primeros asesinatos, fue publicada la novela gótica The Curse Upon Mitre Square,​ escrita por , cuya trama aborda primordialmente el asesinato de Catherine Eddowes en Mitre Square. Asimismo, la obra In Darkest London​ de Margaret Harkness (seudónimo John Law),​ publicada justo al año siguiente bajo la firma de «John Law», describe a Jack como un matarife no judío que se ocultaba entre la comunidad judía de la región del East End, en Londres. A rasgos generales, las historias del Destripador de Londres por cierto también consiguieron atraer la atención internacional, y por ejemplo ya en 1892 se lanzó una antología de cuentos cortos en idioma sueco titulada Uppskäraren​​ (en español «El destripador») compilada por Adolf Paul, aunque sin embargo la distribución de la misma fue suprimida a últimas instancias por las autoridades rusas de la época y por razones no bien explicadas (tal vez por temor a alarma pública). Por su parte, pastiches en español o traducidos al español, y vinculados con o basados en Jack El Destripador, sin duda existen unos cuantos y pueden ser considerados como «divertidas ficciones o juegos al mejor estilo Sherlock Holmes».​​​ La primera historia tal vez verdaderamente influyente e impactante sobre este tipo de crímenes, «The Lodger», fue escrita por Marie Belloc Lowndes, siendo publicada en la revista McClure's Magazine en 1911 y novelizada un par de años después, en 1913. En esta historia, una pareja de Londres, los Bunting, sospechan que su inquilino, un tal Sleuth, es un asesino misterioso conocido como «El Vengador», personaje que está claramente basado en la imagen del Destripador. Si bien no se da a conocer al final de la narración si Sleuth es realmente El Vengador, el enfoque de este cuento corto radica en el terror psicológico de los Bunting, el cual podría ser enteramente infundado, más allá de la veracidad en torno a la verdadera identidad de Sleuth. En 1927, «The Lodger» inspiró el largometraje del cineasta Alfred Hitchcock titulado The Lodger: A Story of the London Fog. En la época contemporánea se han grabado un total de cuatro adaptaciones adicionales, tomando todas ellas como referencia la historia original de Lowndes.​ En 1926, propuso, en un artículo publicado en una revista, que Jack había sido alguna vez un doctor eminente, cuyo hijo murió de sífilis a causa de su relación con una prostituta. De acuerdo a su teoría, el "doctor", bajo el alias de «Dr. Stanley», cometió los asesinatos a manera de venganza y huyó después de esto hacia Argentina. Más tarde, en 1929, Matters expandió sus ideas en forma de un libro titulado The Mystery of Jack the Ripper; y tras su publicación, fue señalado como objeto de análisis por parte de académicos, aunque luego se evidenció que contenía errores de objetividad, además de que la bibliografía que supuestamente sustenta su contenido jamás fue localizada (por lo que bien cabría suponer que la misma fue un invento). De todas maneras, el material mencionado inspiró otras obras de ficción tales como las películas Murder Most Foul (1964) y Jack the Ripper (1959).​​​​ El libro de Jonathan Goodman titulado Who He? (1984)​ también se encuentra escrito al estilo de un estudio objetivo; sin embargo, el sospechoso mencionado en el texto, un tal «Peter J Harpick», se trata en realidad de un término usado a manera de anagrama de «Jack the Ripper» (en español, «Jack el Destripador»). La historia corta «Yours Truly, Jack the Ripper», de Robert Bloch (publicada en la colección Weird Tales en 1943), describe al «Destripador de Whitechapel» como un ser inmortal que debe realizar sacrificios humanos para garantizar la vida eterna. Décadas después, en los años 1960, se realizó una adaptación doble (una para radio en el programa radiofónico Stay Tuned for Terror, y la otra para televisión bajo el formato de un episodio de la serie Thriller). Asimismo, la antología de ciencia-ficción Dangerous Visions (1967) incorporó un relato inédito sobre el homicida, de autoría de Robert Bloch, titulado «A Toy for Juliette», además de una continuación oficial para la misma por parte de Harlan Ellison, la cual pasó a denominarse «». Otras obras de Robert Bloch incluyen The Will to Kill​ (1954) y Night of the Ripper​ (1984). Además de los anteriores, los siguientes relatos se basaron en la mitología del asesino Jack: A Case to Answer (1947) de ; The Screaming Mimi (1949) de Fredric Brown; Terror Over London (1957) de Gardner Fox; Ritual in the Dark (1960) y The Killer (1970), ambos de Colin Wilson; Sagittarius (1962) de ; A Feast Unknown (1969) de Philip José Farmer; A Kind of Madness (1972) de ; Nine Bucks Row (1973) de ; The Michaelmas Girls (1975) de ; Jack's Little Friend (1975) de Ramsey Campbell; By Flower and Dean Street (1976) de ; The Last Sherlock Holmes Story (1979) de ; The Private Life of Jack the Ripper (1980) de ; White Chappell, Scarlet Tracings (1987) de Iain Sinclair; Anno Dracula (1992) de Kim Newman; A Night in the Lonesome October (1993) de Roger Zelazny; Ladykiller (1993) de ; Savage (1993) de Richard Laymon; The Pit (1993) de ; Dan Leno and the Limehouse Golem (1994) de Peter Ackroyd; Pentecost Alley (1996) de Anne Perry; Matrix (1998) de y .​ De manera más reciente, ​ ha hecho uso de los asesinatos del Destripador de Londres en su novela Sinistrari: A Dark Tale of Victorian Horror and Murder,​ en la cual incluye detallados textos sobre sus víctimas y los principales sospechosos. 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  • Jack el Destripador destaca en muchos trabajos de ficción, los cuales en líneas generales sobrepasan las fronteras entre realidad y fantasía, pues incluso en obras creativas y noveladas hasta se han utilizado cartas supuestamente escritas por este sombrío personaje del siglo XIX, y también se han presentado escritos con apariencia de ensayos que debido a sus falencias de referencias o incluso a la utilización de fuentes inexistentes, más se parecen a creaciones de ficción que a escritos académicos serios. Ampliación de información: El ex policía menciona un artículo del periódico New York Sun de fecha febrero 6 de 1889, donde se informa acerca de una secuencia de crímenes similares a los del Destripador, y ocurridos en 1889 en Managua (Nicaragua), señalando a Carl Feigenbaum como posible (es)
  • Jack el Destripador destaca en muchos trabajos de ficción, los cuales en líneas generales sobrepasan las fronteras entre realidad y fantasía, pues incluso en obras creativas y noveladas hasta se han utilizado cartas supuestamente escritas por este sombrío personaje del siglo XIX, y también se han presentado escritos con apariencia de ensayos que debido a sus falencias de referencias o incluso a la utilización de fuentes inexistentes, más se parecen a creaciones de ficción que a escritos académicos serios. Ampliación de información: El ex policía menciona un artículo del periódico New York Sun de fecha febrero 6 de 1889, donde se informa acerca de una secuencia de crímenes similares a los del Destripador, y ocurridos en 1889 en Managua (Nicaragua), señalando a Carl Feigenbaum como posible (es)
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  • Jack el destripador en la ficción (es)
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